martes, 23 de abril de 2013
Crítica de "Tierra prometida"
Cuando Gus Van Sant se toma unas vacaciones de sí mismo y hace incursiones en el mainstream, tiende a conservar una mirada limpia hacia temas que, en otras manos, provocarían alergia. En 'Tierra prometida' parece que se retoman las preocupaciones del cine liberal de los años 70 –con derivaciones ecológicas de espíritu anticorporativista estilo 'Erin Brockovich' (S. Soderbergh, 2000) o 'Acción civil' (S. Zaillian, 1998)–, para elogiar la honestidad innata a la vida rural que, incluso aplastada por el dislate fnanciero, recibe a los forasteros capitalistas con una limonada en la mano. Por fortuna, y aunque no es del todo capaz de evitar los clichés y los giros de guión esquemáticos, Van Sant sólo quiere contar la toma de conciencia de una buena persona que trabaja en el bando equivocado.
La América de Norman Rockwell, pero también la del Frank Capra más solidario, nace de una sensibilidad que comprende el dilema del protagonista; que sabe filmarlo en un paisaje que tiene algo de utopía infantil, de sublimación de la comunidad como origen de las especies; y que no teme enfrentarse a ese triunfo del idealismo tan arraigado en la tradición americana desde 'Caballero sin espada' (1939) o 'Juan Nadie' (1941), que estos tiempos de crisis corren el riesgo de convertir en populismo barato.
Autor: Sergi Sánchez (Fotogramas)
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