Afilado observador de las cárceles que aprisionan al ser humano en la civilización (la familia, la sociedad, la soledad…), Thomas Vinterberg lleva ese discurso pesimista a un
extremo de helada desolación en la áspera 'La caza'. Cada uno de los
planos que se acercan al atrapado y repudiado personaje encarnado por
Mads Mikkelsen, o aquellos (todavía más crueles) que le enmarcan en un
vacío físico y moral absolutamente amenazador (una comunidad casi
fantasmal llena de luces navideñas terroríficas), retratan
estremecedoramente que la vida es una celebración de la muerte.
Construida como una continuación menos rígida caligráfcamente que la
seminal y dogmática 'Celebración' (1998) o que la incómoda 'Submarino' (2010), esta última bofetada
de Vinterberg a la vena inquisitorial, calvinista y puritana de la
Dinamarca actual parece dibujada con milimétrica ansia de deconstruir el
melodrama nórdico. ¿Deconstrucción hacia dónde? He ahí el punto de discusión.
Si por un lado, muy estimulante y brillante, el film parece apostar por convertir al acosado protagonista de la pieza teatral 'Un enemigo del pueblo' de Henrik Ibsen en el profesor de matemáticas del peckinpahiano 'Perros de paja' (1971), por otro cae en algunos de los puntos más esquemáticos y más tópicos de ese melodrama que pretendía desmontar.
Autor: Fausto Fernández (Fotogramas)
Si por un lado, muy estimulante y brillante, el film parece apostar por convertir al acosado protagonista de la pieza teatral 'Un enemigo del pueblo' de Henrik Ibsen en el profesor de matemáticas del peckinpahiano 'Perros de paja' (1971), por otro cae en algunos de los puntos más esquemáticos y más tópicos de ese melodrama que pretendía desmontar.
Autor: Fausto Fernández (Fotogramas)
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