La fórmula de 'El secreto de sus ojos' no es tan sencilla…
Persiguiendo la fórmula triunfadora de El secreto de sus ojos, esta última película con Ricardo Darín remueve la raíz temática del Impulso criminal de Richard Fleischer, fagocitando por el camino alguno de los motivos hitchcockianos que más desbarres psicoanalíticos han provocado en la semiótica cinematográfica. La hipótesis del crimen perfecto arranca en esta ocasión con la premisa de un cadáver a los postres en un Seminario de Posgrado en Derecho Penal: la espectacularidad del escenario del crimen, y su acertada planificación y puesta en escena, no encuentran en el metraje consecuente ni el adecuado crescendo dramático, ni tampoco la correspondiente solvencia con respecto al dispositivo de la cámara.
Hernán Goldfrid, mejor en la dirección de actores que en la realización, sobreabunda en los primeros planos y pergeña recorridos de cámara tan manidos como el psicologismo que bosqueja el guión de Patricio Vega, muy manso en comparación al de cualquier teleserie norteamericana. La función se reduce entonces a un duelo interpretativo entre Alberto Ammann y el propio Darín, convertido desde hace tiempo en lo más parecido a una estrella que tiene el cine en lengua hispana: su sola presencia garantiza el éxito, aunque a veces éste se fundamente en la repetición. Goldfrid deberá pasar la reválida a su tesina criminal y sumar más oficio al beneficio.
VEREDICTO: Intriga psicojurídica que reflotan Darín y Ammann.
Autor: Sergio F. Pinilla (Cinemanía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario