viernes, 12 de abril de 2013
Crítica de "Alacrán Enamorado"
A primera vista surgió un poder de atracción desconcertante, quizás fue su nombre, Alacrán Enamorado. La paleta de colores de los sentimientos se mezclaba en un lienzo abstracto de sensaciones desordenadas. La brocha gorda de los prejuicios trazaba con mano dura el camino recorrido por Gavilanes sin Paraíso, gloriosos pasajes de la telenovela están escritos a hierro y fuego en mi mente, aún perduran las agujetas de color de rosa de aquellas tardes interminables con abuelas, tias, tias-abuelas, que velaban por nuestra seguridad sentándonos frente al televisor las horas necesarias hasta que hubiéramos hecho la digestión. Como todo buen proceso gástrico, desechamos la mierda y aprovechamos los nutrientes. Masticadas las manías, digerida la desconfianza, si juzgamos la nueva película de Santiago A. Zannou por su título entraríamos en el juego de las apariencias; cuanto mayor sea la desconfianza, más grande será la sorpresa.
Este alacrán moldeado a base de golpes, conoce la dureza de un desierto llamado Cartelera. Zannou, tras el éxito cosechado con El Truco del Manco, saltó al documental para realizar El Alma de la Roja y La Puerta de no Retorno, un emotivo viaje a los orígenes de Alphonse, la vuelta de su padre a Benin 40 años después de la partida. Un metafórico fracaso comercial que casi acaba con la carrera del director. Curtido por la experiencia, vuelve a la ficción para contarnos este complejo drama social. Dirigida con ritmo, apoyada en el montaje, se diluye en algún momento a cámara lenta, pero no llega a perderse. Lo que a priori puede parecer otra película repleta de caras guapas y un elocuente ejercicio comercial, acaba tapando las bocas de aquellos que esperan con entusiasmo los estrenos españoles para criticar sin miramientos.
La novela homónima escrita por Carlos Bardem, viene a demostrar que el hermano mayor de Javier no es Johnny Drama de Entourage. El primogénito de los Bardem profetizó un clima de odio creciente en su tierra y con más efectismo que sutileza, tristemente, a día de hoy, es un tema que sobrevuela nuestras cabezas. En tiempos de crisis afloran los totalitarismos, el miedo se apodera de la razón y la doctrina rancia secuestra las mentes endebles. Un acertadísimo guion en el que Zannou ha colaborado con su experiencia personal, aportando una visión cinematográfica bien complementada con la literaria.
Alacrán recuerda a La Haine, American History X o la This is England de Meadows. Historias clásicas llenas de perdedores y personajes en continuo desarrollo. Narrativamente, la evolución lógica de un Alex González muy trabajado y definido, está justificada gracias a las enseñanzas del enorme Carlomonte, un cabrón irónico en horas bajas. Carlos se reserva un personaje que sabe aprovechar al máximo, sacando todo el talento que atesora su familia para plasmar en pantalla el que hasta la fecha puede ser su mejor papel. Javier también tiene una aparición breve como líder del grupo neonazi, papel intenso al que nos tiene acostumbrados y que tan buenos resultados le ha dado.
El reparto coral de jóvenes promesas y caras asentadas en el panorama cinematográfico fluye con ritmo. Miguel Angel Silvestre, se siente cómodo con el papel de malo sin escrúpulos, sacudiéndose una vez más la imagen de guaperas heredada y demostrando saber estar frente a la cámara, Hovik Keuchkerian derrocha la frescura del monologista y aporta el carácter del boxeador experto. La difícil contraposición femenina corre por cuenta de la dura Judith Diakhate, que aguanta el tipo ante tanta testosterona. Un reparto en forma. Siendo el mayor lastre del film la introducción de ese te amo porque te odio, que funciona por pura simpleza, dando paso a una tensión creciente que eclosiona a medias y alcanzando un clímax con un correcto final made in Hollywood. Redención sin trampas con innumerables referencias. Habrá quien vea a Romeo y Julieta, a Rocky o Mickey Rourke en El Luchador, un bautismo de fuego que forma una oportuna película de actores bien llevada y necesaria.
Necesaria porque el cine español necesita historias independientes cubiertas por el manto de la industria, útil porque todo país necesita expresar sus miedos e intentar reflejarlos en un público mayoritario. Eficaz a la hora de impactar sin adornos pedantes e ir de frente con un mensaje claro y conciso, “no hay que tener miedo, no importa las veces que te tumben, sino las que te levantes”, prefiero ver este valiente estado de Facebook, la motivación frente a la pena o la autolástima que seduce al caído. Prefiero a la gente que pelea, los luchadores que caen y se saben levantar. Algunos utilizan el boxeo y el ring como vía de escape, otros la cámara y el cine. Te guste o no la coraza del alacrán, el bicho pica aunque no llegue a matar.
Autor: Javier Ruiz de Arcuate (lashorasperdidas)
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