jueves, 18 de julio de 2013

'Expediente Warren: The Conjuring': ¡Saltad malditos, saltad!


Una de las cosas más frustrantes de enfrentarse a jugadores de la talla de Leo Messi o Michael Jordan es que sospechas, fehacientemente y no sin respeto, que te la van a liar. Incluso sospechas cómo y por dónde... pero sin embargo te la hacen igual, al menos casi siempre. Casualidad o no, ya sea por su habilidad o por la falta de la tuya. Puede ser tu propio subsconsciente, tú predisposición a ello, tu propia mentalidad... en perfecta sintonía con la de quien te la quiere liar, ansioso de aprovechar su talento contra ti. Lo mismo, o parecido, ocurre con el pequeño gran James Wan, al menos con el de 'The Conjuring': quieras o no te la acaba haciendo... y además una y otra vez. Al menos casi siempre.

No sé entiende muy bien por qué Warner Bros. "embargó" su opinión a los acreditados como prensa en ese primer Nocturna donde 'The Conjuring' se presentó al mundo, si estamos ante lo que, aparentemente, podría ser uno de los grandes títulos del verano... del año. La sensación que transmitieron los efusivos aplausos al finalizar la proyección es de que la cinta, sencillamente, entusiasmó. Y esta aún no es mi opinión. Y con mucha razón, y por méritos propios. Y esta sí es ya mi opinión. Aunque pueda darse un margen para la duda al estar en un nicho de freaks más que predispuestos -y tan alegres de la vida aún a pesar de las siempre aburridas medidas de seguridad-, eso es algo que por ejemplo no le sirvió a 'Insidious' para ganarse el respeto que, vaya por delante, sí se merece James Wan. El pequeño gran James Wan, de quien por cierto tengo una foto en alguna parte de mi casa, de cuando mi novia se puso a su altura tras la proyección de la citada comedia en Sitges.

Desde que sorprendiera con el primer 'Saw' -recuerdo cuando un buen amigo en su ya extinto videoclub me insistía encarecidamente que fuera a verla-, Wan no ha dejado de crecer... como cineasta, evidentemente, y como un autor merecedor de un nombre propio, siendo en la actualidad uno de los directores que mejor saben leer las líneas del código. El heredero de John Carpenter, vaya, como defensor a ultranza de un cine de terror franco y directo, todo ello sin necesidad de recurrir a alegorías políticas ni a más doble sentido que transmitir un sencillo y humilde sobresalto. 'The Conjuring' no brilla porque sea particularmente novedosa, al fin y al cabo por mucho que se inspire "en hechos reales" se fundamenta en unas constantes muy reconocibles; brilla y sobre todo, funciona, por la MAESTRÍA tanto de la puesta en escena de Wan como por su excelente casting. Un título que en malas manos hubiera podido caer de lleno en el ridículo en el que, sin ir más lejos, cayó el propio Wan en 'Silencio desde el mal'.

Wan aprendió de la experiencia, y tras la demo que fue 'Insidious' su vocación netamente "fantastique" ha encontrado su cima con 'The Conjuring', la sublimación de una fórmula cuyo perfeccionamiento ofrece un recital que apenas da tregua, y que culmina con una media hora final sencillamente portentosa, capaz de dejar sin garganta a los más susceptibles. Quizá por eso Wan, suponemos que ya licenciado Cum Laude -pase lo que pase con 'Insidious 2'-, ha decidido probar suerte con una producción como 'Fast & Furious 7'... muy fan, y muchas ganas por comprobar si demuestra la misma habilidad narrativa (e inventiva visual) para la acción. Cuestión de matemáticas. En algún susto acabarás cayendo, si bien lejos de sentirte molesto querrás que el jodido te la vuelva a liar, algo que sin duda hará. ¿Es esto lo que llaman miedo? Sí, la inquietud ante la duda de cuando volverá a atacar Wan al espectador resulta bastante incómoda, especialmente ante su apabullante conocimiento y dominio de los distintos recursos del género.

'The Conjuring' es una de esas películas que vistas en pantalla grande, y en buena (y abundante) compañía son, potencialmente, equiparables a lo que sería, ejem, el sexo. Porque la sensación final, si se hace como se ha de hacer (dejándose la piel sobre el campo), viene a ser la misma. Como todo amante del Séptimo Arte, de la gran pantalla y del cine de género en particular, una de las mejores cosas que hay es cuando una proyección multitudinaria se convierte en algo parecido a una fiesta universitaria americana de grado 5, ya sea voluntaria o no. La de 'The Conjuring' puede ser toda una (premeditada) fiesta universitaria americana de grado 5, una gozada con la que resulta un placer estar junto, a ojo, con otras mil personas para compartir, casi al unísono y en la misma frecuencia, una serie de reacciones que animan a pensar que el fantasma del mismísimo William Castle ha estado jugando con las instalaciones de la sala. ¿Acaso se encuentra esto en la solitaria oscuridad domiciliaria?

Y pensar que, tras el veto de la Warner Bros., he escrito esto sobre la que, posiblemente, sea una de las mejores películas del año (sin atenerse a razones de género) hace ya más de un mes, mordiéndome la lengua desde entonces y en el móvil, dedo a dedo, mientras sobrevolaba la Gran Bretaña para así distraer mi atención de ese miedo a volar del que parece que ya me he librado, por cierto, quien sabe si tal vez tras asumir que, para pasar miedo (o algo que se le parezca), nada mejor que algo como 'The Conjuring', la mejor película de ese llamado terror en años. Pero la verdad, mereció la pena, sólo así habría pulido y puesto punto final a esta crítica, con un café en la mano, en un sitio tan reconocible como 'The Elephant House', the "birthplace" of Harry Potter... apunte que, sencillamente, me permito escribir porque me sale de los. Deseando repetir, espero volver para cuando Wan estrene la 2ª parte de la que, 'Saw' incluida, es su más disfrutable (y terrorífica) joya de la corona.

Autor: Juan Pairet Iglesias (El Séptimo Arte)

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