miércoles, 31 de julio de 2013

Crítica de "Ahora me ves..."


Eliminad inmediatamente de vuestras mentes cualquier referente que mire de lleno al mundo de la magia a la hora de acercaros a Ahora Me Ves..., como las recientes y respetadas El Ilusionista o El Truco Final, y tened más presente que lo que tenemos entre manos se enmarca de lleno en el género de robos imposibles y carismáticos timadores, muy al estilo de la saga Ocean's, y entonces quizás no salgáis decepcionados de la sala de cine. Y es que aunque la cinta de Louis Leterrier (El Increíble Hulk, Furia de Titanes) esté cargada de trucos en forma de gag, de puestas en escena de lo más juguetonas y de la constante promesa de una gran ilusión que descoloque finalmente al espectador, lo que realmente ofrece este proyecto, estrenado en plena época de ebullición del cine palomitero no por casualidad, es un simple truco de trileros donde la solución pasa por descartar de base el cubilete en el que crees que está escondida la bolita.

Ahora Me Ves... tiene ritmo y un reparto tan sincronizado con sus roles como Clooney, Pitt y Cia en la saga dirigida por Steven Soderbergh; es decir, es entretenida y se deja ver sin problemas, pero no cumple con la promesa de sacar partido a un contexto tan rico como el ambientado entre chisteras e inmaculados conejos blancos. La presentación de la banda, un mago especializado cada uno en un campo diferente, es una de las partes que mejor explota el potencial latente, pero una vez son reclutados todos por un misterioso personaje y se convierten en los protagonistas de uno de los mayores espectáculos de Las Vegas, la sobriedad decae exponencialmente y el tono se pierde entre persecuciones, peleas y, en general, el intento por convertir a este grupo de ilusionistas en un equipo de superhéroes que luchan contra la crisis regalando dinero del Monopoly a su público.

En su afán por hacer suya la máxima que sitúa a la distracción como el elemento crucial de cualquier truco de magia, Leterrier carga a su película de emperifolladas coreografías y juegos de luces e incluso se atreve a poner a disposición de los protagonistas un proyector holográfico, anulando por saturación el poco encanto e ingenio que tienen realmente los engaños intencionados de la película. De hecho, los trucos que mejor funcionan son los más simples; aquellos que no necesitan de un montaje atropellado ni de una cantosa postproducción para resultar efectivos. Los menos, por desgracia. 


Mención aparte merece la ridícula presencia de dos leyendas como son Morgan Freeman y Michael Caine en dos roles que se les quedan más pequeños que un zapato de Peter Dinklage a Dwayne Johnson. Especialmente sangrante es el caso del primero, que da vida en Ahora Me Ves... a un antiguo mago renegado que presenta un programa de televisión dedicado a desvelar los trucos de sus compañeros, ya que su función en la cinta es la de explicar a la audiencia hasta el misterio más evidente extirpando de golpe cualquier atisbo de misterio y resultando redundante cuando encima el truco ya ha quedado claro de por sí.  Por su parte, Jesse Eisenberg nos regala otra versión de su único personaje: el del empollón insoportable pero destinado al éxito, y más de lo mismo para la chispeante Isla Fisher o el cachondo Woody Harrelson, tan ajustados a sus papeles como cabría esperar.


Lo que de verdad molesta de Ahora Me Ves...., si no contamos los forzadísimos tics y la estupidez suprema de la que hace gala el policía al que da vida el habitualmente sólido Mark Ruffalo, es la oportunidad perdida de esbozar un híbrido apasionante entre dos géneros que parecen condenados a entenderse y que se acaban fagocitando el uno al otro, desluciendo todo el número por el camino. En definitiva, Ahora Me Ves... no transmite ni la ilusión ni la intriga que ha de desprender el que se promete como un gran truco elaborado y todo, desde la bomba de humo a pie de calle hasta la consciente manipulación a la que se ven sometidos los espectadores, rezuma la sensación de que debería ser mucho más sorprendente y contundente de lo que realmente termina siendo; como si hubieras visto el as bajo la manga antes de tiempo. 

Autor: Pablo de los Ríos (La palomita mecánica)

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