lunes, 25 de marzo de 2013

'Spring Breakers', el nuevo sueño americano



-Ver tanto dinero hace que se me moje el coño.
Candy (Vanessa Hudgens)

Como era de esperar, la campaña publicitaria de ‘Spring Breakers’ (Harmony Korine, 2012) está girando en torno a la explotación sexual de cuatro jóvenes actrices, destacando sobre todo dos de ellas, Vanessa Hudgens y Selena Gomez, por haber conocido la fama como estrellas de la factoría Disney. Es el nuevo trabajo de un autor independiente, fue seleccionada para competir en el festival de Venecia, ha generado toda clase de comentarios/críticas, y entre los protagonistas también figura el conocido James Franco —que curiosamente triunfa en taquilla con un blockbuster de Disney: ‘Oz, un mundo de fantasía’ (‘Oz, the Great and Powerful’, Sam Raimi, 2013)—, pero la imagen de las niñas malas se ha convertido en el símbolo de la película, para bien y para mal.

Cuando escribo una crítica suelo pensar en el lector indeciso. Intento aclarar si el visionado puede merecer la pena o no, y por qué —siempre desde mi punto de vista, por supuesto—. ‘Spring Breakers’ no es para todo el mundo. Y no lo digo solo por las chicas en bikini, el lenguaje obsceno o las escenas violentas que anuncia el tráiler. Es una de esas películas que proponen vivir una experiencia. No sigue una narrativa convencional, no pretende contar una historia, no busca entretener; lo suyo es recrear una ficción e invitar al público a zambullirse, a dejarse arrastrar, provocarle y dejarle algo en lo que pensar. Por eso, por la polémica, por las agallas de Korine, por la mediocridad del cine actual, yo lo tengo claro: ‘Spring Breakers’ es uno de los estrenos más importantes del año.

El cuarto largometraje del escritor y director estadounidense Harmony Korine —en su filmografía destacan el guion de ‘Kids’ (1995) y su ópera prima, ‘Gummo’ (1997)— puede verse como un perverso cuento de hadas en el que cuatro valientes princesitas, aburridas de la vida que les han impuesto, deciden lanzarse a la aventura para descubrir qué hay más allá y cuáles son sus verdaderos límites. Pero sería una lectura parcial de lo que hay en la película, mucho más interesante de lo que parece. Y es que Korine no ha elegido a Hudgens y Gomez porque estaban disponibles, les gustó el guion, querían demostrar el mundo que han madurado y pasaron las pruebas de casting. Las subió a bordo por lo que representan. Porque ‘Spring Breakers’ es también un inspirado retrato de la juventud actual, de su estilo de vida, sus inquietudes y sus metas.

Con apenas unos planos, hermosos y cargados de información audiovisual, Korine presenta el mundo en el que viven sus heroínas. Brit y Candy bromean con pegarse un tiro por el aburrimiento que les produce una clase en la universidad, mientras Faith se ve obligada a participar en toda clase de bobadas religiosas. Están desconectadas de la realidad y solo tienen una cosa en mente: marcharse lejos de allí. La semana de vacaciones de primavera a la que hace referencia el título —fiestas en la playa cargadas de alcohol, drogas y sexo, tal como refleja Korine en esa primera secuencia a cámara lenta— es su vía de escape. Sin embargo, a pesar de ahorrar durante meses, no tienen el dinero suficiente para realizar el viaje. Toca quedarse en casa, ser buenas chicas. A menos que… Mentalizadas en que solo van a repetir lo que harían en un videojuego, Brit, Candy y Cotty roban un coche y atracan un restaurante. Asunto resuelto; ¡a Florida, a divertirse!


La secuencia del atraco —filmada con elegancia y estilo— nos adelanta otra capa de ‘Spring Breakers’, la ventana a un mundo corrupto y degradado, amoral, deshumanizado, salvaje, consumista, donde lo más importante es “tener billetes”. Ganar dinero fácil, sin esfuerzo, para que siga la diversión, para no hacer nada, siempre. En la cumbre de este moderno sueño americano se encuentra Alien —extraterrestre, pero también alienado, demente—, un llamativo personaje al que conocen las cuatro Alicias en el alucinógeno y carnal paraíso de Spring Break, sin responsabilidades ni obligaciones. Pero con policía. Las chicas acaban en la cárcel y Alien paga la fianza, invitándolas a unirse a su séquito. Faith se asusta de este lobo con trenzas y dientes brillantes que promete diversión y presume de riqueza, pero sus amigas no tienen intención de volver a casa tan pronto…

James Franco es una de las razones por las que hay que ver ‘Spring Breakers’. Al igual que el film, Alien —inspirado en un rapero que se hace llamar Dangeruss— es mucho más de lo que parece a simple vista; hay un auténtico ser humano debajo del disfraz de gánster —fan absoluto de ‘El precio del poder’ (‘Scarface’, Brian de Palma, 1983)—, músico, narcotraficante y coleccionista de armas. Para el recuerdo quedan las escenas de la pistola en la boca y el homenaje a “una de las mejores cantantes de todos los tiempos“, Britney Spears —que habría encajado perfectamente en este relato (junto a Lindsay Lohan y Miley Cyrus)—. Korine dirige con mucha inteligencia a las protagonistas, hasta el punto de que parece que no estén actuando lo más mínimo. Del trabajo de las jóvenes actrices —cuyas personalidades a veces parecen formar un solo personaje— destaca Gomez con el papel más difícil de los cuatro.

Por último, ‘Spring Breakers’ es además una fantasía erótica para espectadores que deseen recrearse libremente en el oscuro refugio de la sala de cine. La película no se corta enseñando carne —desde el primer minuto— pero sí lo hace con las relaciones sexuales, una decisión extraña y decepcionante viniendo de Korine. No es un trabajo redondo, resulta fácil desconectar y aburrirse cuando el cineasta opta por repetir diálogos y escenas, subrayar y explicar situaciones o decisiones que habían quedado claras, y a pesar de durar una hora y media hay momentos donde cuesta no mirar el reloj. ‘Spring Breakers’ es muy irregular, muy imperfecta, pero también y sobre todo, muy personal, cautivadora y estimulante —fundamental la aportación musical de Cliff Martinez y Skrillex—. Mi recomendación: dejad los prejuicios en casa y dejaos llevar por esta experiencia.

Autor: Juan Luis Caviaro (Blog de cine)











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