Hasta este largometraje, podíamos dividir la filmografía de David O.
Russell en: 1) Películas de consumo mayoritario (aunque luego, géneros y
apariencias aparte, tampoco sean tan normales), es decir, 'Tres Reyes'
(1999) y 'The Fighter' (2010); y, 2) excentricidades de aspecto
zascandil, inflexión contorsionista y calado entre agridulce y
desolador, como 'Spanking the Monkey' (1994), 'Flirteando con el
desastre' (1996) y 'Extrañas coincidencias' (2004). Ahora, el cineasta
parece haber hallado la fórmula para, sin rebasar las coordenadas del
segundo grupo, el de sus obras más singulares, aliñar una ensalada
romántica al gusto popular.
Todos los tics del Russell más reconocible se encuentran a la vista en esta historia de amor y transtorno mental, en la cual (éxito garantizado) muchos apenas verán más allá de su porte risueño y sentimentalista. El lado bueno de las cosas es una tragicomedia de cadencia irresistible, gags eficaces y fulgurantes pugilatos verbales, bajo su gesto benigno e integrador. Y, afortunadamente, esgrime, además de un tono voluble y abierto al matiz, un optimismo maníaco cercano a cotas de enajenación ya no tan divertidas.
Autor: Antonio Trashorras (Fotogramas)
Todos los tics del Russell más reconocible se encuentran a la vista en esta historia de amor y transtorno mental, en la cual (éxito garantizado) muchos apenas verán más allá de su porte risueño y sentimentalista. El lado bueno de las cosas es una tragicomedia de cadencia irresistible, gags eficaces y fulgurantes pugilatos verbales, bajo su gesto benigno e integrador. Y, afortunadamente, esgrime, además de un tono voluble y abierto al matiz, un optimismo maníaco cercano a cotas de enajenación ya no tan divertidas.
Autor: Antonio Trashorras (Fotogramas)
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