jueves, 14 de marzo de 2013

Crítica de "El lado bueno de las cosas"


Hasta este largometraje, podíamos dividir la filmografía de David O. Russell en: 1) Películas de consumo mayoritario (aunque luego, géneros y apariencias aparte, tampoco sean tan normales), es decir, 'Tres Reyes' (1999) y 'The Fighter' (2010); y, 2) excentricidades de aspecto zascandil, inflexión contorsionista y calado entre agridulce y desolador, como 'Spanking the Monkey' (1994), 'Flirteando con el desastre' (1996) y 'Extrañas coincidencias' (2004). Ahora, el cineasta parece haber hallado la fórmula para, sin rebasar las coordenadas del segundo grupo, el de sus obras más singulares, aliñar una ensalada romántica al gusto popular.

Todos los tics del Russell más reconocible se encuentran a la vista en esta historia de amor y transtorno mental, en la cual (éxito garantizado) muchos apenas verán más allá de su porte risueño y sentimentalista. El lado bueno de las cosas es una tragicomedia de cadencia irresistible, gags eficaces y fulgurantes pugilatos verbales, bajo su gesto benigno e integrador. Y, afortunadamente, esgrime, además de un tono voluble y abierto al matiz, un optimismo maníaco cercano a cotas de enajenación ya no tan divertidas.

Autor: Antonio Trashorras (Fotogramas)

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