sábado, 11 de mayo de 2013

'Objetivo: La Casa Blanca': Por favor, señora, no haga preguntas tontas


¿Se acuerdan de la Cannon, de su logo, de sus películas? Si la respuesta es sí y además guardan un buen recuerdo no tengan miedo de 'Objetivo: La Casa Blanca', porque para el caso es el tipo de producción que enorgullecería a esta compañía que Dios tenga en su gloria, y a la que una pareja de primos israelíes, los inolvidables Menahem Golan y Yoran Goblus, convirtieron en leyenda durante los años 80 gracias a la complicidad de "tíos duros" como Charles Bronson, Chuck Norris, Michael Dudikoff o Jean-Claude Van Damme. Y si la respuesta a la primera pregunta es un no... piensen, primero, que les pueden ir dando, y segundo, que lo nuevo del dire de 'Training Day' no se trata de "Una Jungla de Cristal en la Casa Blanca"; piensen más bien que se trata de "Un Alerta Máxima en la Casa Blanca", con un Gerard Butler reafirmándose como el relevo natural de Steven Seagal.

Para quien quiera ser juzgado por crímenes de guerra y admita desconocer qué era la Cannon Films, decir que esta fue una productora y distribuidora independiente que los citados Golan y Goblus compraron a precio de saldo para, durante los años 80, producir cine de acción de bajo presupuesto y máximo oportunismo comercial. Un tipo de cine de evasión tremendamente simple, reaccionario, varonil y/o machista y sobre todo "muy americano" que en plena época Reagan hizo estragos principalmente en los videoclubs y sin el cual, muy posiblemente, la generación que conocimos los 80 seríamos incluso menos interesantes que aquellos espectadores que tienen a Tele 5 como buque insignia de su tiempo de ocio. Porque hasta los más cinéfilos se daban de ostias por ver cómo el coronel Braddock desaparecía en combate hasta tres veces, junto a John Rambo uno de los grandes superhéroes de carne y hueso de una época donde la corrección se escribía con sangre y los hombres no eran hombres, eran machotes.

No es de extrañar que uno de los productores de esta especie de versión refinada de 'Invasión USA', Avi Lerner, se iniciase en esto del cine precisamente a través de la compañía en la que además conoció a sus hoy socios en Millennium Films y Nu Image, las claras herederas del estilo, aspiraciones y expectativas de aquella (y que entre otras han patrocinado 'Los mercenarios 1 & 2'). 'Objetivo: La Casa Blanca' podría ser, expuesto de forma muy básica (y algo libre), una especie de puesta al día de aquel tipo de cine en el que un (norte)americano de pro salva a la bandera mientras esparrama sesos extranjeros con total impunidad moral digna de una condecoración. "Por favor señora, no haga preguntas tontas" exclama en un momento dado Gerard Butler, actor tan limitado como apto para el servicio de dar estopa a todo aquel que ose, lo dicho, poner en duda el estilo de vida (norte)americano, y que viene a ejemplarizar perfectamente lo que cabe esperar de un producto de esta (bienintencionada) calaña.

Ante todo hay que entender que estamos, por si no ha quedado claro, ante un filme muy "americano" (como anuncia su banda sonora desde el primer compás) sin que eso tenga que verse necesariamente como algo propagandístico. Simplemente que el "concepto" que Estados Unidos tiene de su Presidente, le hayan votado o no, es muy distinto del "concepto" que por ejemplo los españoles tenemos del nuestro, sea el de ahora, el de antes o cualquiera y con un argumento que trasladado a España sería como un concurso de la tele "y a ver quién aprieta antes el botón". Y está claro, el público objetivo es el público americano... del siglo XXI, ojo, ese ante el que hay que disimular y/o minimizar un poco algunos de sus tics más característicos como el evidente racismo ideológico o su misoginia (con Ashley Judd y Radha Mitchell de "anécdotas emocionales"), si bien se agradece el haber recuperado algo tan esencial para el género de la violencia como que los malos sangren al morir, aunque sea de forma tan educada.

'Objetivo: La Casa Blanca' viene a ser "una de acción" de serie B correcta en sus aspiraciones y eficaz en sus resultados, y a la que Antoine Fuqua aporta su habitual solvencia como realizador (piensen en 'Shooter'), un filme que aun sin caer en la burla no termina de tomarse en serio a sí mismo, como tampoco debemos hacer nosotros y como tampoco lo hacía 'Alerta máxima', un referente mucho más claro que el de 'La jungla de cristal' (por estar esta a un nivel claramente "distinto" y "superior" en todo). Por supuesto tiene sus incoherencias puestas al servicio de la patria, sus limitaciones como un producto "pequeño" que intenta no parecerlo (evidente en sus muy limitados CGI) y su ausencia de un suspense "real" por cuanto más o menos todo sigue el patrón habitual. "Por favor, señora, no haga preguntas tontas" resume una película en cuyo cartel no hay ni rastro del malo de la historia. Y eso, más allá de aquello que el filme pueda sugerir probablemente sin querer, es mucho más representativo que cualquier otra cosa.

Autor: Juan Pairet Iglesias (El Séptimo Arte)

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