martes, 14 de mayo de 2013

Crítica de "Objetivo: La Casa Blanca"


Viva la tetosterona. Y los tiros a porrillo. Y los errores catastróficos de algunos buenos. Y la mala leche de todos los malos. Y el presidente de EE UU, un tío valiente, un hombre como Dios manda que ni el más temible terrorista coreano logrará que desembuche el número clave para mandarlos y mandarnos a freír puñetas. Y, claro, Mike Banning (Gerard «300» Butler y su increíble cuello de toro), un agente del Servicio Secreto que, tras un grave percance que cuesta la vida a la primera dama, decide dejarlo para trabajar en el Departamento del Tesoro. Una vida tranquila y tediosa, cree. Pero la historia cambia radical cuando un comando asiático ataca nada menos que la Casa Blanca a pecho descubierto (en el filme pintan la vaina de manera sorprendentemente fácil, esperemos que sea una simple licencia de los guionistas y que no den pistas...) y toma como rehenes al máximo mandatario del país con el valiente gabinete de éste.


El director Antoine Fuqua, cuyo máximo esplendor en la hierba profesional fue la oscarizada «Día de entrenamiento» con un pérfido y corrompido agente que Denzel Washington bordaba, ha sabido en esta ocasión cómo manejar los hilos de la serie B y el delirante y patriota cine de los años 80 (léase entre otras evidentes influencias la de los sucesivos «Rambo») para concebir una película que paladearán con delectación aquellos palomiteros expertos en el puro jolgorio de la acción desbocada sin complicaciones superfluas, porque el entretenimiento, las numerosas escenas de bombazos y el honor de USA están asegurados. Butler, no bajes nunca la guardia, que estos lo mismo repiten. 

Autor: Carmen L. Lobo (La Razón)

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