En 'Bob y Carol, Ted y Alice', la comedia de Paul Mazursky que en el
69 se posicionaba a favor del swinging (sí, es un juego de palabras), el
cuarteto matrimonial intercambiable se cuestionaba si lo que estaban
haciendo era más de película francesa de arte y ensayo (por otra parte
lo que Mazursky pretendió hacer en toda su carrera como director) que de
retrato contemporáneo de una Norteamérica abierta a la revolución
sexual. Los cuatro cuarentones de 'Dos más dos' ni siquiera tienen
tiempo para mirarse en el vodevil galo galante y liberal: su verborrea,
genuinamente argentina, deja a los pies de la cama redonda (o de la
ducha) cualquier atisbo de informe psico-sociosexual para, directamente,
hacer una serie de monólogos y diálogos (muy divertidos) sobre las
fantasías de una generación que iba a comerse el mundo, pero se vio
devorada por la lucha política, la crisis económica y la rutina de la
clase media.
A medio camino entre (inevitablemente) aquel primerizo Woody Allen y ese, desconocido, cine argentino del destape setentero, la película de Diego Kaplan combina chistes verdes con gags dignos de Billy Wilder (ese marido neurótico y celoso que recuerda poderosamente al Ray Walston de 'Bésame tonto'), convirtiéndose en un producto (ligero, sí) preferible a otras propuestas presuntamente cómicas de su misma nacionalidad.
Autor: Fausto Fernández (Fotogramas)
A medio camino entre (inevitablemente) aquel primerizo Woody Allen y ese, desconocido, cine argentino del destape setentero, la película de Diego Kaplan combina chistes verdes con gags dignos de Billy Wilder (ese marido neurótico y celoso que recuerda poderosamente al Ray Walston de 'Bésame tonto'), convirtiéndose en un producto (ligero, sí) preferible a otras propuestas presuntamente cómicas de su misma nacionalidad.
Autor: Fausto Fernández (Fotogramas)
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