sábado, 18 de mayo de 2013

Crítica de "Dos más dos"


En 'Bob y Carol, Ted y Alice', la comedia de Paul Mazursky que en el 69 se posicionaba a favor del swinging (sí, es un juego de palabras), el cuarteto matrimonial intercambiable se cuestionaba si lo que estaban haciendo era más de película francesa de arte y ensayo (por otra parte lo que Mazursky pretendió hacer en toda su carrera como director) que de retrato contemporáneo de una Norteamérica abierta a la revolución sexual. Los cuatro cuarentones de 'Dos más dos' ni siquiera tienen tiempo para mirarse en el vodevil galo galante y liberal: su verborrea, genuinamente argentina, deja a los pies de la cama redonda (o de la ducha) cualquier atisbo de informe psico-sociosexual para, directamente, hacer una serie de monólogos y diálogos (muy divertidos) sobre las fantasías de una generación que iba a comerse el mundo, pero se vio devorada por la lucha política, la crisis económica y la rutina de la clase media. 

A medio camino entre (inevitablemente) aquel primerizo Woody Allen y ese, desconocido, cine argentino del destape setentero, la película de Diego Kaplan combina chistes verdes con gags dignos de Billy Wilder (ese marido neurótico y celoso que recuerda poderosamente al Ray Walston de 'Bésame tonto'), convirtiéndose en un producto (ligero, sí) preferible a otras propuestas presuntamente cómicas de su misma nacionalidad.

Autor: Fausto Fernández (Fotogramas)

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