lunes, 20 de mayo de 2013

Crítica de 'El gran Gatsby'


De la mano del singular escritor, productor y director Baz Luhrmann llega esta nueva adaptación cinematográfica de la conocida novela de F. Scott Fitzgerald. Así comienza la sinopsis oficial de esta película inspirada en, para algunos (no seré yo quien lo dude), una de las novelas más importantes de la literatura norteamericana del siglo XX, si bien tuvo que pasar mucho tiempo desde su publicación para que alguien abriera la veda y se percatara de ello. Y el nombre de Luhrmann precede al de Fitzgerald, para que quede bien claro que aunque parte de un material ajeno se trata de una película del "singular" Baz Luhrmann, por si no lo saben director de 'Moulin Rouge' o 'Australia', quien no quiere esperar ni un segundo para que se le conozca, y por supuesto, se le reconozca.

Cuando los vicios son virtudes y viceversa. Como decían en el excelente documental que es 'The Gatekeepers' lo que para uno puede ser un terrorista para otro puede ser un luchador de la libertad. Leído de forma literal esto no tiene ninguna relación con 'El gran Gatsby', temporada 2012-13, pero sí vamos a quedarnos con el concepto: lo que para uno puede ser una cosa para otro puede ser todo lo contrario. Así, un atisbo de genialidad puede ser al mismo tiempo una muestra de inutilidad, según el gusto y/o la reacción que provoque. Y generalmente todo director que se precie de ver su nombre estampado en un cartel de cine está obligado a, digamos, propiciar esa duda. A destacar de alguna manera que le justifique. Luhrmann no podía ser menos como no podía ser menos viniendo del bueno de Baz, quien con su 'Romeo + Julieta' ya dejó claro que lo suyo era transitar sobre la fina y delgada línea que separa el talento de la torpeza. El brillantez de la estupidez. La originalidad con, simplemente, dar la nota.

Luhrmann es un cineasta al que no le gusta pasar desapercibido. Todo lo contrario, lo suyo es la provocación (mass media, eso si). Y este 'Gatsby' es sin duda el 'Gatsby' de Baz Luhrmann quien, como si fuera un nuevo rico, le gusta caer tanto en los excesos como hacer ostentación de los mismos. Y a la mínima oportunidad. Un cineasta de gustos extravagantes, maneras grandilocuentes y aspiraciones vanidosas. Ya sea descaro, ya sea arrogancia, lo suyo es siempre una gran historia... de amor, una gran historia... trágica. 'El gran Gatsby' no es menos, y al igual que lo era 'Australia' es una historia que luce sencilla bajo su lujoso y recargado caparazón plagado de música, color, movimiento y efectos digitales (en 2 ó 3 dimensiones). Puede que no sea tanto servir a la historia como servirse a sí mismo, una duda más que razonable cuando su naturaleza caprichosa e impulsiva toma ocasional posesión de la narración, destellos tan brillantes que pueden alegrar un mal partido o estropear uno bueno.

La presencia de Luhrmann se hace evidente, constante, omnipresente, incluso cuando a su envidiable reparto se le deja espacio para armar a sus personajes, como es costumbre más que solventes protagonistas de esta adaptación más o menos fiel que convalida profundidad a cambio de espectáculo... ya sea gratuito o no. Y aunque este 'Gatsby' funciona, aunque este 'Gatsby' es eficaz en un desvelo melodramático que nubla otras posibles connotaciones, uno no termina de discernir cuanto hay en ella de apariencia, y cuanto hay de corazón. Como si fuera una de las espectaculares fiestas del propio Jay Gatsby la cinta, la quinta del realizador, es una vorágine romántica de puesta en escena tan teatral como artificiosa, tan visceral como elegante en su celebración de la vulgaridad. Una gran adaptación en todos los sentidos, tan grande que entre tanto ruido cuesta encontrarle más sentido a la fiesta que, simplemente, disfrutar de la fiesta. Y cuando acabe, se acabó. Sin nostalgia. Y tal vez con pocos amigos.

Autor: Juan Pairet Iglesias (El Séptimo Arte)

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