jueves, 25 de octubre de 2012

Crítica de “El último Boy Scout”

El dúo Willis / Wayans protagonistas del film

Pablo Campillo

“Gilipollas soy yo, él es tonto”, Joe Hallenbeck (Bruce Willis)

Tras el estreno la pasada de semana de “Looper”, la nueva película protagoniza por Bruce Willis, y con la intención de reivindicar un cine de acción que ya apenas se hace, he decidido comenzar una serie de artículos empezando con la película que nos ocupa.

“El último Boy Scout”, película dirigida por Tony Scott en el 91, formando parte de su primera etapa, cuando el recientemente fallecido hermano pequeño de Ridley Scott comenzaba a colocarse en la cima de la industria. También era la época en la que Tony forma se preocupaba de la dirección y no de generar videoclips de más de 90 minutos causando epilepsia en el espectador.

El film, cuya trama policiaca no es ninguna novedad, aguanta el paso del tiempo por la comicidad que nace de los dos personajes principales, pero sobre todo, por la composición del personaje de Joe Hallenbeck, del que Willis sabe extraer todo el jugo y potencial. Scott saca el máximo partido al guión de Shane Black (el mejor pagado hasta que en 1992 Joe Eszterhas escribió ese gran thriller que es “Instinto Básico”); especialmente con la pareja protagonista. De este modo, se torna más hacia una buddy movie de acción con ingeniosas y lapidantes frases por parte del duo Wayans / Willis. 
Hasta en los momentos de mayor tensión hay hueco para el humor.
 Las escenas de acción, bien rodadas y sin alargarse demasiado en infinitos tiroteos y persecuciones; especialmente notables en el trepidante tramo final. La fotografía de Ward Russel apuesta por tonos ocres y azules, con un notable contraste. Línea que explotaría Scott durante buena parte de los noventa, con mucha presencia de fluorescentes y ventiladores, dando una sensación de asfixia y agobio.

Se trata por tanto de una película que ha aguantado bien el peso de los años, resultando endiabladamente entretenida. Con una duración ajustada, aunque con algún que otro altibajo de ritmo, resultan bien compensada las escenas de acción con los hábiles diálogos y situaciones cómicas. Pero por encima de todo, porque es una película con violencia y frases mal sonantes, algo que se echa en falta en muchos blockbusters actuales, en los que los protagonistas parecen académicos de la lengua dignos de envidia de Pérez Reverte. Y porque el héroe, las pasa canutas para salir airoso, sangra y sufre, no como en las películas de ahora en la que metro sexuales musculitos no se llevan una buena hostia.

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