jueves, 28 de febrero de 2013

'Weekend': Loco amor de fin de semana


Viernes por la noche. La semana laboral te ha dejado agotado y no tienes ganas de hacer nada. El sofá te llama, y la oferta de 2x1 de tu pizzería favorita, y la reposición de aquella película que tan poco te gustó pero que, incomprensiblemente, ves una y otra vez. De repente, suena el móvil. Llama un colega y éste no desiste en su intento hasta que salta el contestador. Siempre podrás decir que estabas en la ducha o que tenías puesto el modo Silencio. Pero el muy pesado vuelve a llamar. Dos, tres, cuatro veces más. Será importante. A la quinta va la vencida. Haces un esfuerzo sobrehumano para incorporarte y contestar a su llamada. Al final no había ninguna urgencia... más allá de las ganas de farra. Bueno.

Una extraña fuerza se apodera de ti y cuando te has querido dar cuenta, ya te has cambiado y te has reunido con los demás. El grupo al completo, listo para conquistar la ciudad, pone rumbo a la primera batalla de una larguísima y a priori gloriosa campaña. Pisos ajenos, bares, discotecas... con las bebidas de siempre, la música de siempre y las personas de siempre. Cuando sale el sol y en la cabeza retumban todavía los tambores de guerra, te das cuenta de que te has dejado embaucar, una vez más, por las más descabelladas promesas de botín. Te juraron que tuya sería la Luna, pero ahora mismo tienes poco más que una resaca de campeonato... y un Cuerpo No Identificado durmiendo en tu misma cama. Ha vuelto a pasar.

El corazón te dice que esta situación, así como todo lo que te ha llevado a ella, es tan triste como maravillosa. De hecho, quizás no sea ni una cosa ni la otra, quizás sea tu triste y maravillosa vida recordándote que sigues en ella. Quizás todo dependa de cómo se mire, de la cantidad alcohol en sangre o de quién esté esperándote entre las sábanas. ‘Weekend’, segundo trabajo de Andrew Haigh es precisamente esto. Los mecanismos que usamos para interactuar con nuestro entorno, es decir, las fiestas, las conversaciones -más o menos trascendentes-, los bailes, los arrebatos de amor, celos o más discreta ternura fluyen en ella con la misma naturalidad (grácil o torpe, pero natural a fin de cuentas) con la que lo hacen en la vida real.

El toque de la mejor Andrea Arnold se percibe en la manera de retratar lo monstruoso y lo bello de los típicamente “brit” fish tanks, escenario en el que se da un amor de loca juventud. Uno más, que no nos descubre nada nuevo, no por falta de inspiración en su concepción / retrato, sino porqué las intenciones autorales andan por otros derroteros. Transucrren las escenas, los personajes y, sobretodo, los diálogos entre los dos protagonistas, y el espectador atento verá en dicha sucesión, apuntes sobre la persistente homofobia incluso en las sociedades presuntamente más tolerantes (¡menuda palabrota!), sobre la caprichosa configuración de las pequeñas-grandes vivencias y sobre la fragilidad de este inestable y peligrosísimo motor que son las relaciones sentimentales.

Pero ninguno de ellos de ellos está recalcado con la suficiente fuerza como para hacerse -insultantemente- obvio. Simplemente están allá, para quienes quieran captarlos (y de la manera que más les plazca). Porqué resulta que el día a día está lleno de lecciones vitales, pero casi nunca nadie está ahí para congelar la imagen y decirte que atesores aquel momento que, sin saberlo, te marcará... o, con el paso del tiempo, te minará. Andrew Haigh, nos acompaña siempre, pero su presencia, más que hacerse obvia, se engrandece secuencia tras secuencia, al confirmarse éste no solo como un excelente observador, sino, más importante, sino como un creador de aquello que teóricamente no puede ser creado. Los arrebatos y las pataletas, la química y la electricidad de los mágicos enamoramientos de vera... perdón, fin de semana, están enfrascados en ‘Weekend’, brillante descubrimiento de uno de los talentos fílmicos británicos actualmente más prometedores.

Autor: Víctor Esquirol Molinas (El Séptimo Arte)

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