miércoles, 6 de noviembre de 2013

Crítica de "Grand Piano"


Eugenio Mira ya lleva firmados tres largometrajes y todavía da la impresión de que es uno de los talentos en bruto más escondidos del cine español. Será porque The Birthday (2004) no tuvo la visibilidad que merecía, pese a sus ansiedades autorales de primera película, o porque el colosal desastre narrativo de Agnosia (2010) engulló y pulverizó sus encantos, pero Mira sigue siendo más potencia y promesa de algo grande que confirmación. Con Grand Piano demuestra que sigue ahí, aplicándose y ensayando para dejarnos boquiabiertos cuando dé a luz su gran obra. Mientras, ojalá todos los divertimentos fueran tan vistosos y entretenidos como esta pieza de cámara (aérea y juguetona), pincelada sobre un guión ajeno y ofrecida como sacrificio ritual a mayor gloria de Alfred Hitchcock y sus sumos sacerdotes Brian De Palma y Dario Argento.

Desde los títulos de crédito punzantes y las primeras tomas de cámara engoladas, Grand Piano remite a la familia del cine artificio. Elijah Wood interpreta a un pianista virtuoso aquejado de pánico escénico que afronta su no muy deseado regreso a los escenarios esa misma noche. Pronto los miedos figurados dejan de tener importancia ante una amenaza muy real: un francotirador escondido entre el público, que amenaza con matarlo si no interpreta una complicada partitura a la perfección. Premisa high concept rematada con macguffin para dar cuerpo a los intereses del antagonista que bien podría haber desembocado en un thriller de clase B y comercialización residual, pero que los manierismos formales del director elevan a la categoría de golosina llena de sabor, aunque es cierto que el filme necesita que el espectador firme el contrato de evasión antes de subir al tiovivo. Pero, una vez montado, la tensión progresiva, los brochazos de humor o el sufrimiento de Elijah Wood le dejarán sin aliento. Cuando tocan una melodía que nos sabemos al dedillo, lo suyo es disfrutar de la ejecución.

Veredicto: Unas manos tan virtuosas al teclado que saltan por encima de los borrones de la partitura.

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