viernes, 9 de agosto de 2013
'Pacific Rim', promesas cumplidas
‘Pacific Rim’ (id, Guillermo del Toro, 2013) es, en pocas palabras, una excelente muestra del cine de la honestidad. Guillermo del Toro no ha tratado de ocultar al espectador en ningún momento durante la producción de su último filme aquello de lo que versaría esta “loca” apuesta por mezclar mechas y kaijus en un mismo espacio cinematográfico. Como tampoco han sido muy esquivos por parte de la Warner durante la extensa campaña de promoción. Tanto es así que, si os pasáis por la entrada correspondiente a la película que publicó mi compañero Mikel hace unos días y os váis a la parte de los videos, podréis haceros una idea precisa al 99,9% de aquello en torno a lo que gira la cinta, y esto no es otra cosa que robots gigantescos intercambiando mamporros con monstruos aún más gigantescos. Ni más. Ni menos.
Precisamente por hacer gala de una honestidad que rara vez se encuentra hoy en día en la industria del cine y porque sus 131 minutos son un espectáculo constante de efectos visuales que no pretenden otra cosa que entretener, entretener y entretener, me cuesta trabajo comprender el testarazo que se ha llevado en la taquilla americana una película que va a lo que va, que pierde el menor tiempo posible en el desarrollo de lo que habría sido un innecesario drama humano y que ofrece, a día de hoy, los mejores robots que han podido verse en la pantalla de un cine, por no hablar de unas criaturas que dejan a cualquier bicho de cualquier película que podamos sacar a colación, a poco menos que la altura del betún.
Creo que la aclaración que sigue ahora es innecesaria, máxime si se sabe leer entre líneas, pero de todas formas, ahí va: ‘Pacific Rim’ se encuadra, salvando las notables diferencias presupuestarias existentes entre este mastodonte y el corte independiente de ‘Ahora me ves…’ (‘Now You See Me’, Louis Leterrier, 2013), en el mismo tipo de cine cuya necesidad servidor defendía hace un par de semanas tanto como áquel que le hace falta al cinefilo para cultivar la siempre necesaria vertiente más reflexiva y sesuda del séptimo arte; y, al hacerlo, no deben exigírsele los mismos valores que reclamaríamos de otro tipo de producción.
Escapismo de primer orden, Guillermo del Toro ha construido aquí un grandilocuente circo de múltiples pistas —no seré yo el que limite el número de las mismas— que va al grano desde el primer minuto de proyección, ventilándose en un espléndido prólogo la historia de cómo los kaijus aparecieron en la superficie del planeta para, a continuación, dejarse caer con la primera lucha entre robots y criaturas al tiempo que construye ese mínimo desarrollo de personajes necesario para la generar la suficiente empatía con el personaje central que justifique sentarse con cierto interés a contemplar las brutales batallas —y preparáos, porque algunas son de órdago— durante las dos horas de metraje.
Como bien apuntaba Mikel en su previa del filme, poco hay aquí dónde rascar a la hora de valorar las interpretaciones de la cinta, y quitando la afortunada inclusión de un Ron Perlman que vuelve a hacer…de Ron Perlman —amén de la “estelar” aparición de cierto amiguete del realizador mexicano, tan hilarante como prescindible, para qué engañaros— ni un efusivo Idris Elba, ni una poco más que correcta Rinko Kikuchi ni, por supuesto, ese inane protagonista que es Charlie Hunman se salvarían de la quema si, de nuevo, estuviéramos hablando de otro tipo de cine. Pero no lo estamos y, visto el filme, nadie mejor para proferir gritos y discursos que Elba, o poner “carita de pena” que Kikuchi o, por qué no, Hunman.
Revestida de principio a fin del humor que del Toro siempre se gasta en sus filmes, y que es tan marca de la casa como cualquier otro de los reconocibles tics del realizador, ‘Pacific Rim’ es, como ya se ha podido leer por ahí, un filme de autor pasado por el evidente filtro de la maquinaria norteamericana del séptimo arte. Sólo bajo estas precisas condiciones puede entenderse una producción que, de principio a fin, huele a del Toro sin ningún tipo de dobleces o engaños, algo que por otra parte sería imposible en una cinta que, a riesgo de resultar reiterativo, hace de la honestidad su mayor virtud.
Está claro que su fortísima personalidad no deriva de las comentadas actuaciones, como tampoco lo hace del despersonalizado score de Ramin Djawadi —que bien podría venir firmado por cualquier mercenario de RV— o de un guión que puede, y de hecho debe, resumirse en una frase. No. Si hay un único responsable de que ‘Pacific Rim’ sea lo que es, ese es un cineasta que a lo largo de su trayectoria se ha labrado una merecida fama de visionario, no permitiendo casi nunca las muy normales intromisiones de los estudios en los filmes que se ha propuesto levantar. Y éste no es una excepción.
Y así, de la misma manera que nos lleva fascinando la imaginería del mexicano desde su enigmática ‘Cronos’ (id, 1993), con hitos fundamentales como la portentosa visualización del mercado de ‘Hellboy II. El ejército dorado’ (‘Hellboy II: the Golden Army’, 2008), la reimaginación de los vampiros de ‘Blade 2’ (id, 2002) o ese fascinante mundo que asomaba al nuestro en ‘El laberinto del fauno’ (id, 2006), quedaremos alucinados con los límites hasta los que cineasta, equipo de diseño de producción y efectos visuales llevan, por ejemplo, la asimilación de los kaijus en la cultura del ficticio planeta Tierra donde se desarrolla la acción, siendo particularmente brillante los diseños de aquellos edificios que han ido generándose a partir de los restos muertos de los gargantuescos monstruos.
‘Pacific Rim’ dista de ser un filme perfecto, pero tampoco lo pretende. La caricatura en la que cae en no pocas ocasiones, debido sobre todo a ese humor que comentaba más arriba —hay dos personajes en concreto que serán de lo más irritante si no se entiende la idiosincrasia de su creador—, puede provocar incluso que cierto tipo de espectador termine por rechazar de pleno la fastuosa propuesta que plantea la cinta. Si se cuentan entre éstos últimos, mis condolencias, ya que no habrán sido capaces de conectar con una de las películas más “divertidas” y carentes de pretensiones que se han podido ver en la gran pantalla en mucho tiempo.
Autor: Sergio Benítez (Blog de cine)
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