martes, 20 de agosto de 2013

Crítica de "Aviones"


En Pedro, el avioncito, segundo segmento de Saludos, amigos (1942), una de las películas que la Disney aportó oficialmente a la política de buena vecindad con Latinoamérica, el benjamín de una familia de ingenios aeronáuticos tenía que encargarse, por indisposición de sus padres, de la ruta de correo aéreo entre Chile y Argentina. Ni el relato, ni las maneras eran radicalmente distintos a los que sostienen Aviones: una figura aparentemente insignificante tenía que resolver un recorrido heroico para el que no estaba pertrechado. Saludos, amigos no es una de las joyas de la corona en la trayectoria clásica de Disney, pero su revisión obliga a reconocer el cuidado, la meticulosidad y el gusto por el detalle que el estudio invertía incluso en sus productos menores. Aviones, spin-off de Cars, franquicia injustamente menospreciada por la crítica, también lleva la condición de producto menor visiblemente estampada en el parabrisas, y no estaría de más preguntarse si este trabajo es realmente merecedor del expeditivo y automático desprecio al que parece condenado.

En Aviones, un aparato fumigador competirá por encima de sus posibilidades en una carrera internacional, bajo la tutela de un veterano ingenio militar que carga con experiencia traumática a sus espaldas. No hay aquí ninguna imaginativa creación de un universo —el asunto va de aplicar el molde Cars a la aeronáutica— y la historia sigue punto por punto las directrices de ese manual de guion cada vez más visible en las propuestas de la casa, pero la película juega limpio su partida en su reconocida liga menor. Hay ocasionales ideas de diseño en los fondos y un secundario carismático —el avión mexicano— en un conjunto que es pura fórmula consciente de serlo.

Autor: Jordi Costa (Diario El País)

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