lunes, 9 de diciembre de 2013

Crítica de "El extraordinario viaje de Lucius Dumb"


 Sexto largometraje animado de Maite Ruiz de Austri –ejemplo casi heroico de perseverancia en un contexto como el nuestro-, El extraordinario viaje de Lucius Dumb merece atención por más de un motivo: bajo el propósito –que, a priori, puede alentar cierta pereza en el espectador alérgico al cine de mensaje- de desgranar punto a punto los derechos humanos de la infancia, la película propone un estimulante trabajo de búsqueda estética en los diseños de personajes y fondos de las breves historias que componen el conjunto. En los primeros minutos, el espectador iniciado puede pensar, por ejemplo, que los responsables del proyecto se conocen tan bien El submarino amarillo como los tebeos de Peter Petrake firmados por Miguel Calatayud. Más adelante, habrá trazos casi bruguerianos y sucesivos tanteos a estéticas asociadas a la moderna ilustración de literatura infantil y juvenil.

Las historias narradas oscilan entre la denuncia concisa e ingeniosa –el tema del trabajo infantil encarnado en la figura de Supermoco, un juguete escatológico- y la pesadilla distópica –la sociedad donde los niños son identificados por números-, inspiradas por una serie de relatos firmados por varios autores, entre los que figuran Isaac Rosa y la propia directora. Si la estética se aparta de modelos dominantes y busca registros diversos, la película no es menos destacable en su voluntad de normalizar otros códigos de representación: en pocas películas animadas la silla de ruedas ha sido tan recurrente y, a la vez, ha estado tan completamente liberada de dramatismo. Mucho menos afortunada es la caracterización del personaje de Lucius Dumb, un joven “tímido” según las notas de prensa pero que, en la pantalla, parece peligrosamente cercano a la representación no del todo sensible de un discapacitado psíquico.

Los problemas reales de la película están, no obstante, en la forma: la animación flash sigue siendo un atajo insuficiente para suplir limitaciones de producción. Conviene celebrar la diferencia de El extraordinario viaje de Lucius Dumb, pero ojalá pudiesen celebrarse de igual modo la ejecución técnica, la brillantez o la originalidad de su técnica animada.

Autor: Javier Ocaña (Diario El País)

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