viernes, 4 de octubre de 2013

'Zipi y Zape y el club de la canica', divertida aventura familiar


Suele ser muy difícil luchar contra los prejuicios, ya que si le hemos cogido manía a alguien —o a algo—, lo más probable es que tenga que suceder algo extraordinario para que cambiemos de idea sobre alguna de nuestras fuentes habituales de gracietas de dudosa categoría —¿quién ha podido resistirse a hacer bromas en algún momento sobre el pelo de Nicolas Cage?—. Hubo un tiempo en el que era muy visceral, lo cual me llevó a coger manía a diferentes actores o películas por motivos bastante difíciles de justificar, pero —casi— todos hemos pasado por una etapa así en nuestra vida, siendo lo realmente importante el que hayamos sabido identificar nuestro error a tiempo y aprender de él de cara al futuro.

Ayer mismo os comentaba que la carismática aparición de Ben Affleck era lo único realmente reseñable de la intrascendente ‘Runner Runner’ (Brad Furman, 2013). De hecho, hasta tuve miedo de utilizar el titular que acabé usando por la posibilidad de que todo derivase en un nuevo festival de descalificaciones, pero parece que los ánimos se han calmado un poco desde que se anunciase que va a ser el próximo Batman. ¿Sucederá lo mismo cuando os diga que ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ (Oskar Santos, 2013) es un gran entretenimiento para toda la familia al que deberíais dar una oportunidad pese a todos los elementos que aparentemente hay en su contra?

¿Zipi y Zape?


Nunca he sentido una gran pasión hacia la más famosa creación de Escobar, ya que dejando de lado sus salvajes inicios y la estupenda aventura larga en la que viajaban a través del tiempo, sus historias ya me resultaban un tanto cansinas y repetitivas siendo un chaval, algo que fue agravándose según fui creciendo. Sin embargo, soy perfectamente consciente de las principales constantes de sus aventuras y no tardé en percatarme de que ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ se iba a limitar a usar el nombre de los personajes como un discutible gancho comercial con el que facilitar el éxito es una película que tiene mucho más en común a nivel argumental con ‘Los Goonies’ (‘The Goonies’, Richard Donner, 1985) y de ambientación con la saga ‘Harry Potter’ que con los tebeos de Escobar.

¿Hasta qué punto es grave que una adaptación ignore completamente la obra original? Por regla general os diría que me parece una mala idea, ya que así sólo vas a conseguir cabrear a los fans que con su entusiasmo podrían acabar arrastrando al cine a espectadores que a priori no tengan especial interés ante dicha propuesta. Sin embargo, lo realmente importante es hacer las cosas mal, ya que del mismo modo que ‘Guerra Mundial Z’ (‘World War Z’, Marc Forster, 2013) era un simpático pasatiempo que nada tenía que ver con la novela original de Max Brooks, ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ es la película muy recomendable para que todos los miembros de una familia puedan pasar un gran rato en el cine si no se dedican a pedirle peras al olmo.

Un entretenimiento muy efectivo


Ya he apuntado el parentesco de la película con la mítica ‘Los Goonies’, pero lo cierto es que su principal apuesta es intentar recuperar la magia característica de todas las producciones Amblin de aquel entonces —no es casualidad que la acción se desarrolle en los años 80 del siglo pasado—, tanto de las más recordadas como otras que no aguantado igual de bien el paso del tiempo. Realiza para ello un despliegue técnico pocas veces en nuestro cine, donde se lleva demasiado el abaratar costes a toda costa. Eso no sucede aquí, ya que el equipo de producción ha cuidado con esmero todos los detalles del colegio al que son castigados los protagonistas. Para ello se ha prescindido de detalles espectaculares en su grandiosidad para apostar por pequeños detalles que impulsen el lado mágico de la historia.

El trabajo de puesta en escena de Oskar Santos también resulta esencial para que ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ luzca a nivel técnico de tal forma que poco tiene que envidiar a muchas producciones de Hollywood con un presupuesto mucho más abultado. En lo referente al manejo de la cámara, todo fluye con tal naturalidad que uno está dispuesto a pasar por alto ciertos detalles del guión de Jorge Lara y Francisco Roncal un tanto discutibles —los protagonistas regresando a la cama apenas segundos antes de ser despertados de malas maneras—. Además, Santos utiliza con gran habilidad los detalles de ambientación del colegio para reforzar la sensación de aventura –no dejan de ser unos niños haciendo algo porque sí- y alimentar un in crescendo dramático al mismo tiempo que no descuida la faceta más cómica del relato, de una efectividad inusual, incluso cuando recurre al humor más básico.

Lo que sí hay que tener en cuenta es que ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ no tiene el mejor guión del mundo, ya que se alimenta demasiado de la estupidez de los personajes —¿En serio nadie se da cuenta antes del punto de partida del misterioso mapa?— y confía demasiado en ciertas casualidades para salir del paso. Por otro lado, no es algo insultante o que te haga llevarte las manos a la cabeza y sus problemas no difieren en demasía de muchos títulos con el sello Amblin. Siendo justos, lo único realmente negativo es la pésima canción de Cali y El Dandee que nada tiene que ver con la propia película y que además se está sobreutilizando en una errónea campaña promocional que hará que muchos se resistan a dar una bien merecida oportunidad a ‘Zipi y Zape y el club de la canica’.

El funcional reparto de ‘Zipi y Zape y el club de la canica’


Deciros que parte o la integridad del reparto nos sorprende con unas actuaciones soberbias que os dejarán con la boca abierta sería una mentira tan grande como apuntar que la principal motivación del Gobierno de Mariano Rajoy es velar por los intereses de todos los españoles. Esto no quiere decir que los protagonistas de ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ sean perfectamente intercambiables, ya que todos cumplen perfectamente con su cometido, ya sea ser el hermano rebelde y carismático, el amigo inteligente pero con escasas capacidades sociales, el regordete bonachón y con pocas luces, la niña metomentodo o el hermano más noble y avispado. Quizá este último sea el que peor parado sale, pero la culpa recae más en cómo está definido en el guión que por la actuación de Raúl Rivas, aunque justo es reconocer también que Daniel Cerezo demuestra más arsenal dramático que su hermano en la ficción.

Ya os comentado que el parentesco de ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ con el original de Escobar brilla por su ausencia, pero me alegró que al menos en lo referente a los villanos sí apostasen por un retrato cercano al de personajes así en el tebeo. Desde el aliado del director que parece una puesta al día de Peloto hasta el propio líder del instituto, cuya motivación para la maldad, el parche que luce y su forma de intentar redimirse ante su padre difícilmente tendrían cabida en un drama convencional. Sin embargo, me gustaría destacar a Christian Mulas como el ayudante con una actitud y, sobre todo, sus gestos y expresiones faciales que fueron lo único que realmente me hizo sentir que había una pequeña dosis de tebeo en la película.


Si estáis buscando una adaptación cinematográfica de Zipi y Zape, lo mejor será que no os acerquéis a menos de cinco kilómetros de ‘Zipi y Zape y el club de la canica’, pero si queréis una entretenida y divertida aventura para toda la familia —y que muy poco o directamente tiene que ver con la engañosa campaña promocional que está teniendo—, no lo dudéis, ésta es vuestra película.

Autor: Mikel Zorrilla (Blog de cine)




 



 

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