Que el cantante Justin Timberlake está
intentando por todos los medios cimentar una carrera cinematográfica
«seria» resulta innegable; he ahí «La red social», «Bad teacher», «Con
derecho a roce».... Aunque otra cuestión sea que con irregulares o
deficientes resultados, como éste que nos ocupa hoy titulado «Runner
runner» («Corredor de corredor» en español literal). El chico encarna
esta vez a Richie, un universitario, ya crecidito un tanto si me apuran,
de Princeton que pierde todo su dinero para pagar la matrícula al
jugárselo durante una noche en una página de poker online. O sea,
diecisiete mil dólares a la basura vía internet. Pero el joven, hijo de
un veterano ludópata que ha perdido hasta la camiseta, está seguro de
que ha sido timado,y no se le ocurre otra salida que viajar hasta Costa
Rica(me gustaría saber quién le prestó el dinero, qué valor) en busca
del propietario de la web. Al que encuentra en un pis pás y que se llama
Ivan Block (Ben Affleck con cara de Ben Affleck), un ambicioso
encantador de serpientes del que llegará a convertirse en mano derecha.
Vivir para ver, para ganar muchos dólares, aunque esté manchados de
negro, y pegarse la gran vida. El FBI, en concreto un agente negro que
no sabe lo que significa tomarse un respiro en el curro, persigue a
Block porque sabe que no es trigo limpio, mientras el «pupilo» se
enamora de la ex novia de este mafioso y paulatinamente va descubriendo
el verdadero rostro de su otrora venerado maestro.
El arranque de este thriller perezoso no está
mal pero, pronto, comenzamos a olernos el pastel y los tópicos sobre
filmes parecidos van cayendo encima de la narración como aldabonazos.
Rodeado de corruptos por todas partes (algún costarricence puede acabar
un poco mosqueado, allí no se salva ni Blas), el protagonista intenta
zafarse de la espesa malla de criminales y, de paso, salvar el pellejo
propio, que corre el peligro de perder hasta que desembocamos en un
final para el que el director nos tenía bien entrenados: la exuberante
chica no tiene dudas, el malvado Block tampoco, el redimido Richie ni
lo piensa, y en un variopinto retruécano del guión, cada uno consigue lo
que merecía. Menos el espectador, claro, que acaba un poco defraudado.
¿Apuestan algo a que acierto?
Autor: Carmen L. Lobo (Diario La Razón)
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