Tanto las grandes producciones de Hollywood como las cintas que han salido adelante con un presupuesto más modesto hacen todo lo que está en su mano por conseguir unos ingresos extra gracias por el interés de diversas compañías hacer un poco de publicidad de sus productos en la película en cuestión sin que el espectador termine ser consciente de ello. Hay infinidad de formas de llevarlo a cabo, ya sea mediante una composición de los planos en la que se resalte el nombre de la marca en cuestión o simplemente mostrando a uno de los protagonistas consumiendo uno de sus productos. Puede parecernos mejor o peor, pero no es una tendencia que vaya a ir a menos salvo que alguna ley lo impida.
Lo que sí es más llamativo es que se dedique toda una película a elogiar de forma continuada a una empresa, siendo eso lo que sucede con Google en el caso de ‘Los becarios’ (‘The Internship’, Shawn Levy, 2013). Y es que ha llegado un punto en el que el nuevo sueño americano es conseguir un trabajo, y Google es una compañía que lleva varios años siendo seleccionada en la lista de mejores lugares en los que uno puede trabajar, una excusa ideal para sacar adelante una comedia de discutible nivel sufragando parte del presupuesto con los ingresos obtenidos por dejar a Google como el no va más.
Los tiempos han cambiado
Hubo una época en la que conseguir un buen trabajo era algo que se daba por sentado en el cine, siendo la necesidad de medrar en la empresa y de crear tu propia familia lo que funcionaba como principal eje de relatos como el que nos cuenta ‘Los becarios’. La crisis económica mundial ha puesto fin a esa tradición, ya que ahora es tan difícil acceder a un trabajo bien remunerado que en muchos casos ni siquiera podemos plantearnos traer niños al mundo o simplemente tener una relación de pareja, pues las obligaciones laborales nos quitan tanto tiempo que nuestra vida va camino de convertirse en una mera alternancia entre dormir y trabajar. Esclavos con smartphones.
Esta realidad bien podría ser la base de un drama desgarrador, pero en ‘Los becarios’ prefieren pasar por alto por los detalles más escabrosos y confiar en la credulidad del espectador, imprescindible para aceptar que los dos protagonistas sean contratados como becarios con su experiencia y tras la desastrosa entrevista laboral. Eso sí, no se puede criticar a la película por engañarnos, ya que en todo momentos nos dice que la receta del éxito es una mezcla entre simplonería, ilusión y ganas de pasárselo bien trabajando en equipo. También nos incita a mentir para poder conseguir lo que queremos, pero ése es un detalle que es arrinconado a las primeras de cambio al chocar de frente con el blanco optimismo que el guión de Vince Vaughn y Jared Stern nos quiere transmitir.
No hay nada realmente provocador en los apuntes cómicos que aparecen de forma continuada, con un balance que alterna algunos gags simpáticos —el momento X-Men— con otros en los que se incide tanto en la broma que ésta acaba perdiendo toda la gracia que pudiera tener —Vaughn y sus ‘on the line’—. Eso no impide que un pequeño milagro acabe erigiéndose por encima de sus —notables— fallos y —no tan abundantes— virtudes, y es que ‘Los becarios’ nunca me aburrí durante su visionado y también me permitió desconectar de un importante asunto que tenía que resolver poco después de acabar de verla.
Era de esperar que el trabajo tras las cámaras de Shawn Levy fuese anodino, ya que no es más que uno más de esa larga estirpe de directores que consiguen trabajo de forma continuada por llevarse bien con los ejecutivos y estrellas de Hollywood y rodar las películas a tiempo y dentro de su presupuesto. Lo que sí es más llamativo es que no hayan sabido meter tijera a su metraje, ya que una comedia estándar —que es lo máximo a lo que aspira ‘Los becarios’— jamás debería irse hasta las dos horas de metraje. Hay varias tramas bien fáciles de eliminar —qué desaprovechada está Rose Byrne— sin que el bagaje final se viera afectado de forma negativa.
Elogio de Google y los underdogs
Si algo hay que aceptar antes de ver ‘Los becarios’, es que Google es un paraíso terrenal y uno daría lo que fuera por poder trabajar allí. Eso es algo con lo que no deberíamos tener problemas si recordamos noticias como que sus becarios cobran una media de 6.000 dólares mensuales, pero existen ciertos excesos a la hora de dejar a la compañía en buen lugar, algo que también contamina un guión en el que los esfuerzos parecen más encaminados a alabar a la compañía que a ofrecer una historia con un mínimo de personalidad.
Los underdogs son una tipología de personaje que debe ganarse el cariño del público a través de una conjunción entre una personalidad atrayente y su habilidad para ir sorteando las misiones que han de superar, en las cuales parecen predestinados a caer a las primeras de cambio. Bien desarrollados son una magnífica forma de que el espectador se sumerja más en la historia que se está contando, pero para lograrlo hay que ofrecer algo más que una panda de inadaptados liderados por un dúo de analfabetos tecnológicos.
Es aquí donde ‘Los becarios’ se convierte en una prima cercana de ‘Monstruos University’ (‘Monsters University’, Dan Scanlon, 2013), ya que el esqueleto argumental es el mismo y el mensaje que transmite también guarda notables paralelismos. Sin embargo, la cinta de Pixar contaba con la ventaja añadida de que el espectador ya estaba encariñado con sus dos protagonistas, algo que aquí brilla por su ausencia, ya que incluso los mayores fanáticos de ‘De boda en boda’ (‘Wedding Crashers’, David Dobkin, 2005) hace ya mucho que dejaron de esperar con impaciencia otra comedia protagonizada por Owen Wilson y Vince Vaughn.
La esquemática y previsible historia tampoco ayuda a que Wilson y Vaughn puedan desplegar el suficiente carisma —no entremos ahora en si lo tienen o no— para rellenar las lagunas de la historia o los —demasiado— convenientes giros para añadir emoción —sólo hay uno realmente efectivo— a la progresión dramática de ‘Los becarios’. El resto del reparto hace lo que puede por cumplir con solvencia su función –ser odiosos u adorables, el término medio no existe—, pero no dejan de ser simples engranajes para potenciar el lucimiento personal de sus dos protagonistas, quienes únicamente dejan espacio para brillar a Will Ferrell en su, eso sí, breve aparición.
Podría decir, siendo generoso, que ‘Los becarios’ es un digno pasatiempo –sobre todo si no esperas gran cosa de él- que, pretendiéndolo o no, también ofrece detalles interesantes sobre la forma en la que han evolucionado las expectativas de los jóvenes. Sin embargo, también podría decir que es demasiado larga para ser todo lo entretenida que podría ser, difícilmente podría ser más superficial en todos los temas que aborda, hay tramas —las de corte romántico— que en realidad no aportan nada de interés al conjunto y no tiene problemas en echar mano de soluciones argumentales de dudosa verosimilitud para tapar las carencias de sus protagonistas. En definitiva, para pasar el rato sin exigir demasiado.
Autor: Mikel Zorrilla (Blog de cine)
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