Crítica de "Un invierno en la playa"
Ojalá existieran más familias así y papás como Greg Kinnear
La realidad duele. Hay escritores que se refugian en la ciencia-ficción o
que redactan diarios o que, como el propio guionista y director de esta
deliciosa dramedia, deciden inventarse otra realidad, dándole un final diferente a algo que marcó sus vidas (como el divorcio de sus padres). Un invierno en la playa,
catarsis personal, nos introduce en una familia de intelectuales que
sufren y luchan, cocinan, son artistas que no se doblegan, se mienten a
sí mismos, actúan, viven. Como ocurriera con Las ventajas de ser un marginado –y no sólo porque comparta a Logan Lerman– la película, a pesar de su ración de drama, es optimista, luminosa y, por momentos, muy divertida. Greg Kinnear está realmente encantador, dejándose llevar por las mujeres de su vida y por sus propios demonios.
Autor: Mariló García (Cinemanía)
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