jueves, 6 de junio de 2013

Crítica de "Bárbara"


En su habitual interés por poner su devenir histórico en el banquillo de los acusados, el cine alemán vuelve una y otra vez a examinar las tensiones de un país dividido por la guerra fría hasta la caída del muro de Berlín. Exiliada en un hospital de provincias por solicitar un visado para salir de la RDA, la doctora Barbara es una víctima del conflicto Este/Oeste, aunque Petzold prefiere no retratarla como tal. Los momentos más bellos emergen de cómo la desconfianza controlada del personaje –que Hoss moldea desde una meticulosidad obsesiva, haciéndonos notar la incomodidad de alguien que quiere pasar desapercibido a pesar de tener la impresión de ser observado constantemente– se deshiela, se convierte en miedo y vulnerabilidad y cariño hacia aquel que la ayuda sin pedir nada a cambio, y que le permite encarar su futuro ligera de equipaje, como en esos largos paseos en bicicleta que da para volver a casa.

Vigilada por un agente de la Stasi que registra su casa sin previo aviso, Barbara es una mujer reticente, y esa reticencia, esa distancia alérgica al prejuicio tan propia de los cineastas de la escuela de Berlín a la que Petzold pertenece, se contagia al tono de la película, es coherente con sus intenciones pero la vuelve opaca y algo perezosa. El médico que protege a Barbara de sus propios demonios y que comprende los motivos secretos de su laconismo es acaso demasiado bondadoso para existir en un filme como éste, y la subtrama que implica a la protagonista con una embarazada adolescente enferma de meningitis está metida con calzador, como para anunciar con demasiada antelación que se transformará en pretexto dramático para cerrar el arco del personaje. Es una cinta excesivamente calculada sobre una sociedad en la que un error de cálculo podía costarte la vida.

Autor: Sergi Sánchez (Diario La Razón)

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