miércoles, 19 de junio de 2013

'Insensibles': Promesas incumplidas


Según nos contaba nuestro compañero Reporter desde Sitges, el pasado mes de octubre, un profesor de biología de su colegio de quien guardaba grato recuerdo -me alegro, y nos alegra saberlo- les dijo un día que el dolor era seguramente una de las mejores "relaciones" -por así decirlo- que podíamos mantener con nuestro cuerpo. No había connotaciones masoquistas en dicha afirmación, ni la justificación a según que recursos educativos en otros tiempos aceptados, suponemos. Se trataba más bien de puro interés científico. Y no le faltaba razón. Que se lo digan a unos niños de un remoto poblado de los Pirineos, cerca de la frontera francesa, y nacidos poco antes del estallido de la Guerra Civil. Aparte del origen geográfico, tienen en común una extraña enfermedad a la que nadie parece poder encontrar una cura: son completamente insensibles al dolor físico.

Dicha patología llevará a los mocosos a embarcarse en juegos que podríamos denominar perversos, y por lo tanto, peligrosos, hecho que provocará el escándalo y posterior movilización de las autoridades del pueblo, que a falta de una mejor solución, decidirán aislarlos en un hospital para -dicen- salvarlos de ellos mismos. Así empieza el primer largometraje de Juan Carlos Medina, que aparte de fijarse en el pasado, hace lo propio en un presente en el que a un prestigioso doctor se le diagnostica un cáncer que solamente puede ser curado con la ayuda de sus padres. Año 2012 y año 1936. Dos líneas temporales teóricamente irreconciliables pero que poco a poco van convergiendo con un tono cada vez más dramático (y cercano). Al final de su proyección en Sitges una cosa estaba clara: su designio para encargarse de la apertura del festival no hubiera aportado tanto glamour como 'El cuerpo' (no cabe duda), pero al mismo tiempo la experiencia se hubiera saldado con un balance general mucho más aceptable.

La ópera prima de Juan Carlos Medina no es ninguna joya, y comete el grave pecado de optar, en su recta final, por disfrazarse de atropellada astracanada, de impactante y de desagradable, pero ahí queda la construcción de un relato que al principio con un aire onírico y poco después con un acertado tono que podrá definirse como "Spanish-Gothic", reflexiona de forma sutil sobre la necesidad -más en nuestro país- de una memoria histórica en la que se encuentra la salvación, por muy dolorosa que sea. De este modo, Medina condena a la insensibilidad, y de paso firma un correcto ejercicio de terror semi-fantástico made in Spain, tan apreciable como en última estancia fallido. A pesar de esto, y tras una reválida cortesía de Nocturna 2013 con la que desprenderse de la decepción de la primera vez, se puede decir que el filme asoma la cabeza con cierto honor una vez tenemos a bien concentrarnos en sus valores, en aquello que puede inducir a una duda razonable sobre el veredicto final.

El filme, no obstante, no deja de ser la promesa de quien al fin y al cabo es un director debutante, inexperto, quien no termina de pulir las buenas intenciones que encontramos sobre el papel. Su propuesta nunca deja de tener interés, con algunos apuntes muy acertados, pero al mismo tiempo tampoco llega a ser en ningún momento apasionante. Se deja ver, hasta el mismo instante final incluso a pesar de la inconsistencia de su tercer acto... e incluso a pesar de la chocante interpretación que de un doctor hace Ramon Fontserè (mención que le debía a nuestro compañero Reporter, traumatizado de aquí y al infinito por ello). Se ve. Fríamente. Pero el misterio en torno a la figura de quién es Berkano, sirva de ejemplo una zafia y muy mezquina comparación, no llega ni a ser la sombra del de Keyser Söze... y ahí, en gran medida, es donde se encuentra la mayor diferencia entre un gran filme y otro que apunta, pero no dispara; que promete pero no cumple.

Autor: Juan Pairet Iglesias & Víctor Esquirol Molinas (El Séptimo Arte)

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