viernes, 10 de enero de 2014

'La ladrona de libros': Lo bueno si es breve, ¿dos veces bueno?


Después de rogarle a los Reyes Magos para que me trajeran algo mejor que decir, suplicas que parece que han sido vilmente ignoradas (por lo que deduzco que este año tampoco he sido bueno), no se me ocurre ninguna otra definición para 'La ladrona de libros' que la que sigue tras los dos puntos: es como si resumiéramos una mini-serie de pongamos ocho horas en apenas dos. No sólo es la única que se me ocurre, también es la mejor. Corto y sencillo. Lo bueno si es breve, ¿dos veces bueno?

Iba a decir que Brian Percival había debutado con esta adaptación de la novela de homónima de Markus Zusak cuando, investigando un poco (o lo que es lo mismo, mirando en IMDb), he comprobado que en 2009 ya hizo lo propio con un filme titulado 'A Boy Called Dad', el cual a juzgar por su número de votos apenas si lo conoce su padre. Haber dirigido un total de seis episodios de la prestigiosa 'Downton Abbey' es pues la carta de presentación de su primer estreno en tierras españolas, el cual palidece allí en donde la citada creación de Julian Fellowes se hace tan fuerte, en su pertenencia al medio televisivo, sin que en ello exista ni una brizna de desprecio.

Como sucede a menudo con los realizadores educados en la pequeña pantalla Percival y su guionista, Michael Petroni, tratan con tanto respeto el material del que se valen que su acercamiento resulta tan correcto en apariencia como superficial en el fondo. El envoltorio es bonito, y a simple vista su acabado formal no admite reproche alguno. Pero cuando uno trata de acercarse para sentir el fluir de la sangre no hay forma de encontrarle una vena. Y no será por falta de intenciones, desde luego, por parte de una producción marcadamente melodramática en busca de unos ojos que le lloren cada golpe bajo y concebida de cara a oir el Oscar goes to acompañando su nombre.

El problema es que no la precede ni el "En un capítulo anterior" ni la culmina el "En el próximo capítulo". Eso, y que la disposición de sus elementos no permiten hacer de ella algo más que un esbozo matizado por cuatro destellos ocasionales. Lo dicho, un acercamiento superficial, elegantemente superficial. Como con tantas adaptaciones entre el libro y la pantalla es donde se ha quedado "el valor de esas palabras" que con tanto ahínco intenta vender. Las imágenes se quedan cortas para expresar lo que las palabras impresas sí expresan, siendo que esta "ladrona" se ha dedicado a "tomar prestadas" de forma casi literal esas mismas palabras en vez de a darles forma, vida o refugio.

El interesante y sugestivo poder de la Muerte como narrador se pierde en un relato en última estancia impersonal y blando, un remanente de la más lograda 'El niño del pijama de rayas' que intenta, en vano y sin fortuna, incidir en una herida a la que sin embargo no sabe dar forma. De ahí a la indiferencia, con el déjà vu echando tierra encima a través de mejores incursiones y un gesto agridulce que ni la música de John Williams ni la solvencia de Geoffrey Rush y Emily Watson pueden enderezar. Y es que, a juzgar por los resultados, es una de esas ocasiones en los que uno se pregunta, con el pse mediante, si una elegante mini-serie de factura británica no hubiera sido lo más correcto...

Autor: Juan Pairet Iglesias (El Séptimo Arte)

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