jueves, 16 de enero de 2014

Crítica de "12 años de esclavitud"



El cuerpo y sus torturas. En ese paisaje después de la batalla se libra el cine belicoso de Steve McQueen. Por eso la imagen más signifcativa de '12 años de esclavitud' es la del cuerpo colgante de Solomon Northup mientras a su alrededor los esclavos de la plantación reanudan sus actividades cotidianas, como si su sufrimiento ocurriera en una burbuja, indiferente al tiempo, encarcelado en un espacio abierto. Es también el momento en que la postura ideológica de la película resulta más declaradamente polémica; en la que, en fin, los blancos dejan de ser los villanos, transfriendo su responsabilidad a todos los que miraron hacia otro lado para sobrevivir.

'12 años de esclavitud' es 'La Pasión de Cristo' (Mel Gibson, 2004) menos el arameo. O así entiende McQueen ese período de la historia de América: hay que ver las heridas, hay que oír los latigazos. Como el 'Mandingo' (1975) de Richard Fleischer, pero en versión arty. La distancia expositiva a la que tiende el cineasta británico, en la elegancia de sus encuadres y la intensidad taimada en la dirección de actores (el magnífco Chiwetel Ejiofor no está solo en esta empresa: ni una sola interpretación, ni la más secundaria, chirría en una película controlada con mano de hierro), evita el melodrama. Emociona, pero sin lágrimas.

Autor: Sergi Sánchez (Fotogramas)

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