“…hay algo importante en la decencia de Bonnie Bedelia, de Takagi, de Al, de la criada, incluso en la del inútil del jefe adjunto de Policía Dwayne T. Robinson… son ellos por quienes lucha John McClane. Es lo que se supone que tiene que hacer un policía: defender a quienes no pueden usar la violencia contra los que roban. Contra los que mienten. Contra los que matan. Por eso es un héroe, y eso es algo que apenas se ve en el cine de hoy en día”.
Jackson De Govia (Diseñador de producción de Jungla de Cristal)
Y si no obstante decididmos despojar a la película de sus consecuencias (La Jungla en un estadio, La Jungla en un autobús, La Jungla en Anna Nicole Smith), lo que nos queda, el film en sí mismo, es una genialidad: en 123 minutos, Jungla de Cristal cataliza detalles esenciales –como la presencia de héroes extremadamente vulnerables, humanizados y cotidianos en medio de un gran espectáculo explosivo–que comenzaron a percibirse en films previos como Aliens o Arma Letal a los que ahora otorga un caracter renovador. Aun apoyada en géneros tradicionalmente estadounidenses como el western o el cine de catástrofes, Jungla de Cristal acaba transformada gracias a una sensibilidad europea basada en la educación visual recibida por su director, John McTiernan –es aquí donde florece el enciclopédico lenguaje visual que apuntó en Depredador–, y en el contenido abiertamente social y humano de sus ideas esenciales — desde la relación entre el crimen internacional y el corporativismo de los años 80, hasta la descripción del conflicto de clases entre héroe y su villano, icónicos cada uno a su modo particular, pasando por sus comentarios sobre la mujer emprendedora, la tecnología, los medios de comunicación, y el comportamiento de las fuerzas de seguridad–. Es, además, es un espectáculo pirotécnico de primera categoría, amparado en un nivel técnico extraordinario en su diseño de producción, fotografía, montaje y banda sonora.
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