lunes, 28 de enero de 2013

Crítica de "El lado bueno de las cosas"


Si Aramís Fuster no lo impide, El Lado Bueno de las Cosas de David O. Russell está llamada a ser la gran triunfadora de la 85ª edición de los Oscars por qué, porque desde su exitosa presentación en el Festival de Toronto, con premio del público incluido, es una película tremendamente guay, bendecida por cualquier hipster sintético, y porque Harvey Weinstein, principal impulsor del film, lo volverá a hacer.

El Lado Bueno de las Cosas, basada en la novela homónima de Matthew Quick, narra la historia de Pat Solitano, un profesor de instituto, con trastorno bipolar, que acaba de pasar ocho meses en una institución mental después de haberle pegado una brutal paliza al amante de su mujer. Pat tendrá que vivir en la casa de sus padres, su madre es una sufrida señora que se esforzará al máximo para que su hijo no meta la pata, eso significaría que tendría que volver al manicomio, y su padre es un hombre supersticioso, un fanático del fútbol americano, en concreto de los Eagles, y que como está desempleado organiza un tinglado de apuestas ilegales. El protagonista querrá recuperar su antigua vida, a su mujer principalmente, pero en su camino se cruzará la cuñada de un amigo, una joven viuda, también con problemas mentales, con la que comenzará a congeniar y con quien se comprometerá a participar en un concurso de baile de salón.

Ver una película de David O. Russell es como asistir en primera fila a una batalla entre raperos. Su estilo visual, abusa más del zoom que el difunto Valerio Lazarov y los planos de sus películas duran menos de cinco segundos, así que como su manera de dirigir a los actores, que están constantemente pisándose los diálogos, le hace especialmente estomagante. No le situaría entre mis directores preferidos de la actualidad, ni en broma.

Aunque hay algo que sí que me gusta de él, y es que sabe sacar lo mejor de sus intérpretes. Probablemente Bradley Cooper haya marcado en rojo el día en el que O. Russell echó a patadas a Mark Wahlberg de El Lado Bueno de las Cosas, porque, primero, le iba a salir muy caro y, segundo, no le apetecía nada que ejerciese como productor, bastante tenía con los hermanos Weinstein, y Bradley Cooper además de barato es inofensivo. Hasta ahora el actor había fallado en sus intentos de convertirse en un intérprete a respetar, alejarse del galán cómico-gamberro de Resacón en Las Vegas, y gracias a O. Russell lo consigue, está realmente fantástico.

Jennifer Lawrence es guay. Es un pivón con un talentazo interpretativo alucinante, eso ya lo demostró con creces en Lejos de la Tierra Quemada y en Winter’s Bone, con la que logró su primera nominación al Oscar. Le lleva ventaja a muchas de sus coetáneas que están desesperadas por demostrar que saben recitar dos líneas de diálogo seguidas en la indie de turno. El problema es que ella sabe que está muy guay, y realmente lo está, en El Lado Bueno de las Cosas desde el momento en el que rodó su primera escena. Con cada frase, con cada escena, con cada gesto, con cada grito, con cada intento de poner cara de loca, no deja de pensar “soy guay y me zampo a De Niro”. Le darán el Oscar por mero descarte, porque a la última Meryl Streep wannabe no se lo van a dar aún, a una francesa de 87 años que no es Catherine Deneuve tampoco, a una australiana que se sube a un árbol y que se ha apuntado a cualquier apertura de un sobre durante las últimas semanas como que no, y a una niña negra a quien probablemente le roben el Oscar en el colegio, menos. Además Lawrence está tan implicada en su campaña, desde el Festival de Toronto lo está dando todo, que se lo está tomando como algo personal, aunque le estén dando todos los palos del mundo desde su monólogo inicial en SNL, realmente divertido, por cierto.


Robert De Niro y Jacki Weaver están francamente fantásticos. El primero se olvida de la autoparodia en la que se ha convertido en los últimos lustros, con alguna que otra excepción, y con la segunda te quedas con ganas de más, lástima que en guión su personaje tuviese cero relevancia. Igualmente bien están otros secundarios como son Chris Tucker, Julia Stiles, John Ortiz y Anupam Kher.

El Lado Bueno de las Cosas es una comedia que se ve con agrado. Pero su big eight, opta a los ocho premios más importantes, es realmente exagerado se mire por donde se mire. Aunque en absoluto puedo decir que sea una mala película.

Autor: Mary Carmen Rodríguez (lashorasperdidas)


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