Con 'The Host (La Huésped)' asistimos a un partido entre dos contendientes capacitados para dar juego a favor y en contra. Por un lado el nombre de Stephenie Meyer, la tan bien amada como mal odiada autora de exitosa La Saga Crepúsculo, un temible antecedente muy susceptible de ofrecernos un veredicto de antemano que apenas deje hueco para el sentido común, o para que no quede, directamente; por el otro el nombre de Andrew Niccol, director y guionista de cierto potencial y carrera irregular que combina títulos muy logrados como 'Gattaca' o 'El señor de la guerra' con títulos tan poco logrados como 's1m0ne' o 'In Time'. Al final del partido, vigilado de cerca por un árbitro pendiente de señalar infracción a la mínima y al servicio de los poderes fácticos, podríamos decir que el resultado es de empate, pongamos que a uno por aquello de intentar ser aún más justos, aunque ya dependa de cada uno dar el resultado por bueno o por malo, tal vez según el momento de la temporada que nos pille.
Con este 'The Host' que nada tiene que ver con el notable filme de 2006 de Bong Joon-ho todo resulta complicado. Y es algo particularmente complicado, por otro lado, calibrar el punto exacto de una opinión que no sea sospechosa de estar alienada por factores externos, la lucha eterna entre nenazas y machotes aunque los dos lloren por igual si se les pincha. Tan fácilmente criticable como lo puede ser el "aburrido" cine de autor que arrasa en los festivales especializados (y siempre, siempre, siempre para frikis), lo cierto es que aunque no sea satisfactoria en ningún aspecto 'The Host (La Huésped)' sí es una producción con suficientes alicientes como para resultar interesante a cierto nivel, una especie de híbrido a mitad de camino entre el melodrama romántico pro adolescente y el thriller fantástico con clara vocación de franquicia de largo recorrido, este último un compromiso comercial que por momentos quizá pesa demasiado, sin ir más lejos al acabar con lo que perfectamente podría ser un "Y en el próximo episodio...". Y es que precisamente empaquetado en una hora y echando mano de un lenguaje más televisivo podría pasar por ser el piloto de una serie de televisión del estilo a la mítica 'V', para entendernos, con todas las reflexiones que eso puede suscitar.
Como ocurre con todo autor a cuyas espaldas se esconde una obra de marcado carácter del estilo a La Saga Crepúsculo, el nombre de Stephenie Meyer entra a formar parte de la ecuación como factor fundamental pudiendo llegar incluso a considerar que, en el fondo, todo se reduce a una cuestión personal, ya sea en su creación o en su percepción. Evidentemente el alma que se adueña de la cinta es el de Meyer, si no para qué, si bien existen una serie de matices que invitan a pensar que se ha tenido muy presente su obra anterior para limar según qué asperezas y ampliar su radio de acción, mal que pese, empezando precisamente por el nombre de un guionista y director con aptitudes para darle algo de cuartelillo al material. Ni sí, ni no. Ni contigo, ni sin ti. Niccol se presenta como una opción muy propicia para dotarle algo de lustre a un producto pretendidamente servicial a mitad de camino entre 'Gattaca' y 'La isla', de Michael Bay, y que bascula entre la seriedad hormonal de una y la falta de pudor de la otra. Y al igual que ocurría con el último filme del realizador, 'In time', y a falta de saber si es heredado de una letra impresa que desconozco (y así seguirá siendo), son más las posibilidades que se insinúan que las que se llegan a materializar... ¿de cara a la posible secuela ya anunciada? Ummmm...
La idea de partida, una invasión pacífica a la manera en que pregonaban en sus inicios los alienígenas encabezados por Diana, es realmente interesante como no lo es menos la idea de una persona "poseída" que, como si estuviera encerrada en un cuerpo propio que ya no es el suyo, mantiene un duelo psicológico con su poseedor (hasta el punto de casi poseerlo al revés). Una idea tan literaria es mostrada de forma convincente mediante la voz en off y la complicidad de Saoirse Ronan, una de las llamadas a ser grandes actrices del siglo XXI que aquí resuelve el cometido con suficiencia, más que de sobra como para partirle la cara a Bella en un hipotético combate a lo Celebrity Deathmatch. Porque ese es el otro principal punto a favor de la cinta, una producción mucho más cuidada en todos sus aspectos y que a pesar de la falta de alma de Jake Abel y Max Irons, el "lobo" y el "vampiro" de esta edición, luce incluso por encima de sus limitaciones como producto obcecado en reconducirse hacia un triángulo amoroso que, toda sea dicho, está cogido en pinzas y curiosamente es su arista más débil. Un producto por demás mainstream, o lo que es lo mismo, superficial, acomodado, ocasionalmente divertido (sea o no premeditado) y muy precavido para en caso de duda no levantar la voz.
No obstante y más allá de la opinión de los que ya saben que
dirán cuando aún ni ha aparecido el primer logo en pantalla, ya sea favor o en
contra ojo, lo cierto es que si bien 'The Host' termina siendo más un cúmulo de
promesas que una realidad tangible que casi siempre apuesta por una caricia
antes que por explotar cualquier otra opción, como el producto que pretende ser
funciona dentro de unas márgenes para nada desechables... ya se sea de unos o
de otros. Sin ser para nada un gran producto, y siguiendo con el símil
esgrimido anteriormente sobre su parecido más que razonable con un piloto de
televisión, habría que ver qué depara un segundo episodio para saber si se ha
prestado la suficiente atención al primero como para ver por dónde está el
camino de baldosas amarillas, una sensación de curiosidad moderada que no tiene
por qué despertar ningún tipo de pasión. Como dijo un amigo sobre la reciente
'Los últimos días', un filme además de resultados más o menos similares, da la
sensación de que es más lo que está por llegar, como si lo ofrecido hasta el
momento forme parte de una prueba en donde el público ha de señalar lo bueno y
lo malo. Y lo bueno o lo malo, según se mire, es que este término medio puede
no convencer ni a unos ni a otros...
Autor: Juan Pairet Iglesias (El Séptimo Arte)
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