Candy (Vanessa Hudgens)
Como era de
esperar, la campaña publicitaria de ‘Spring Breakers’ (Harmony Korine, 2012)
está girando en torno a la explotación sexual de cuatro jóvenes actrices,
destacando sobre todo dos de ellas, Vanessa Hudgens y Selena Gomez, por haber
conocido la fama como estrellas de la factoría Disney. Es el nuevo trabajo de
un autor independiente, fue seleccionada para competir en el festival de
Venecia, ha generado toda clase de comentarios/críticas, y entre los protagonistas
también figura el conocido James Franco —que curiosamente triunfa en taquilla
con un blockbuster de Disney: ‘Oz, un mundo de fantasía’ (‘Oz, the Great and
Powerful’, Sam Raimi, 2013)—, pero la imagen de las niñas malas se ha
convertido en el símbolo de la película, para bien y para mal.
Cuando escribo una crítica suelo pensar en el
lector indeciso. Intento aclarar si el visionado puede merecer la pena o no, y
por qué —siempre desde mi punto de vista, por supuesto—. ‘Spring Breakers’ no
es para todo el mundo. Y no lo digo solo por las chicas en bikini, el lenguaje
obsceno o las escenas violentas que anuncia el tráiler. Es una de esas
películas que proponen vivir una experiencia. No sigue una narrativa
convencional, no pretende contar una historia, no busca entretener; lo suyo es
recrear una ficción e invitar al público a zambullirse, a dejarse arrastrar,
provocarle y dejarle algo en lo que pensar. Por eso, por la polémica, por las
agallas de Korine, por la mediocridad del cine actual, yo lo tengo claro:
‘Spring Breakers’ es uno de los estrenos más importantes del año.
El cuarto largometraje del escritor y director
estadounidense Harmony Korine —en su filmografía destacan el guion de ‘Kids’
(1995) y su ópera prima, ‘Gummo’ (1997)— puede verse como un perverso cuento de
hadas en el que cuatro valientes princesitas, aburridas de la vida que les han
impuesto, deciden lanzarse a la aventura para descubrir qué hay más allá y
cuáles son sus verdaderos límites. Pero sería una lectura parcial de lo que hay
en la película, mucho más interesante de lo que parece. Y es que Korine no ha
elegido a Hudgens y Gomez porque estaban disponibles, les gustó el guion,
querían demostrar el mundo que han madurado y pasaron las pruebas de casting.
Las subió a bordo por lo que representan. Porque ‘Spring Breakers’ es también
un inspirado retrato de la juventud actual, de su estilo de vida, sus
inquietudes y sus metas.
Con apenas unos planos, hermosos y cargados de
información audiovisual, Korine presenta el mundo en el que viven sus heroínas.
Brit y Candy bromean con pegarse un tiro por el aburrimiento que les produce
una clase en la universidad, mientras Faith se ve obligada a participar en toda
clase de bobadas religiosas. Están desconectadas de la realidad y solo tienen
una cosa en mente: marcharse lejos de allí. La semana de vacaciones de
primavera a la que hace referencia el título —fiestas en la playa cargadas de
alcohol, drogas y sexo, tal como refleja Korine en esa primera secuencia a
cámara lenta— es su vía de escape. Sin embargo, a pesar de ahorrar durante
meses, no tienen el dinero suficiente para realizar el viaje. Toca quedarse en
casa, ser buenas chicas. A menos que… Mentalizadas en que solo van a repetir lo
que harían en un videojuego, Brit, Candy y Cotty roban un coche y atracan un
restaurante. Asunto resuelto; ¡a Florida, a divertirse!
La secuencia del atraco —filmada con elegancia y
estilo— nos adelanta otra capa de ‘Spring Breakers’, la ventana a un mundo
corrupto y degradado, amoral, deshumanizado, salvaje, consumista, donde lo más
importante es “tener billetes”. Ganar dinero fácil, sin esfuerzo, para que siga
la diversión, para no hacer nada, siempre. En la cumbre de este moderno sueño
americano se encuentra Alien —extraterrestre, pero también alienado, demente—,
un llamativo personaje al que conocen las cuatro Alicias en el alucinógeno y
carnal paraíso de Spring Break, sin responsabilidades ni obligaciones. Pero con
policía. Las chicas acaban en la cárcel y Alien paga la fianza, invitándolas a
unirse a su séquito. Faith se asusta de este lobo con trenzas y dientes brillantes
que promete diversión y presume de riqueza, pero sus amigas no tienen intención
de volver a casa tan pronto…
James Franco es una de las razones por las que
hay que ver ‘Spring Breakers’. Al igual que el film, Alien —inspirado en un
rapero que se hace llamar Dangeruss— es mucho más de lo que parece a simple
vista; hay un auténtico ser humano debajo del disfraz de gánster —fan absoluto
de ‘El precio del poder’ (‘Scarface’, Brian de Palma, 1983)—, músico,
narcotraficante y coleccionista de armas. Para el recuerdo quedan las escenas
de la pistola en la boca y el homenaje a “una de las mejores cantantes de todos
los tiempos“, Britney Spears —que habría encajado perfectamente en este relato
(junto a Lindsay Lohan y Miley Cyrus)—. Korine dirige con mucha inteligencia a
las protagonistas, hasta el punto de que parece que no estén actuando lo más
mínimo. Del trabajo de las jóvenes actrices —cuyas personalidades a veces
parecen formar un solo personaje— destaca Gomez con el papel más difícil de los
cuatro.
Por último,
‘Spring Breakers’ es además una fantasía erótica para espectadores que deseen
recrearse libremente en el oscuro refugio de la sala de cine. La película no se
corta enseñando carne —desde el primer minuto— pero sí lo hace con las
relaciones sexuales, una decisión extraña y decepcionante viniendo de Korine.
No es un trabajo redondo, resulta fácil desconectar y aburrirse cuando el
cineasta opta por repetir diálogos y escenas, subrayar y explicar situaciones o
decisiones que habían quedado claras, y a pesar de durar una hora y media hay
momentos donde cuesta no mirar el reloj. ‘Spring Breakers’ es muy irregular,
muy imperfecta, pero también y sobre todo, muy personal, cautivadora y
estimulante —fundamental la aportación musical de Cliff Martinez y Skrillex—.
Mi recomendación: dejad los prejuicios en casa y dejaos llevar por esta experiencia.
Autor: Juan Luis Caviaro (Blog de cine)
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