jueves, 28 de marzo de 2013

Taquilla española | Los Croods arrasan


DreamWorks ha encontrado una nueva franquicia. Con el llamativo eslogan de “Conoce a la primera familia moderna” (“Meet the first modern family“, emparejándose descaradamente con una de las series más populares del momento), la película animada ‘Los Croods: Una aventura prehistórica’ (‘The Croods’, Chris Sanders, Kirk de Micco, 2013) está arrasando en taquilla. Logró el nº1 en el box office norteamericano y como era de esperar también ha conquistado al público español. En su primer fin de semana, ‘Los Croods’ ha recaudado más de dos millones y medio de euros, si bien hay que tener en cuenta el sobreprecio del 3D y que se proyectaba en 763 pantallas, una salvajada. Sin duda, los días festivos de la Semana Santa resultarán muy adecuados para que siga aumentando su fortuna…


Hasta cuatro estrenos se han colado en el “top 10” de los títulos más taquilleros en nuestro país. En el segundo puesto encontramos la otra novedad más potente del pasado viernes, ‘The Host (La huésped)’ (‘The Host’, Andrew Niccol, 2013), adaptación del último best seller escrito por Stephenie Meyer, la temida autora de ‘Crepúsculo’. No era de esperar que este film, un romance de fantasía protagonizado por Saoirse Ronan y Max Irons, repitiera el rotundo éxito de la saga de los vampiros enamorados, pero tampoco ha logrado acercarse, consiguió 832.000 euros en 360 salas, una media de solo 2.313€ (mil menos que ‘Los Croods’); en todo caso, es un mejor resultado que ‘Hermosas Criaturas’ (‘Beautiful Creatures’, Richard LaGravenese, 2013), otro producto que buscaba al mismo público. Cabe destacar que los dos primeros títulos de la tabla se han llevado el 46% de las entradas que se vendieron durante el pasado fin de semana.


Fue número 1 en EE.UU. pero ‘Por la cara’ (‘Identity Thief’, Seth Gordon, 2013) tiene que conformarse con la quinta posición en España. Los actores principales (Jason Bateman y Melissa McCarthy) no son conocidos en nuestro país y había demasiada competencia, por lo que era improbable que repitiera éxito; aun así las cifras son bastante flojas para esta comedia, no llega a medio millón de euros pese a contar con casi 300 copias (su media es de 1.639€). Tres puestos más abajo encontramos la decepción de la semana, ‘Una bala en la cabeza’ (‘Bullet to the Head’, Walter Hill, 2012), el nuevo film de acción protagonizado por Sylvester Stallone. Al igual que ocurrió con lo último de Arnold Schwarzenegger, ‘El último desafío’ (‘The Last Stand’, Kim Jee-woon, 2013), la propuesta no ha logrado enganchar a los amantes del cine palomitero y solo consigue unos mil euros por sala (se proyectaba en 238). ¿Será que los fans prefieren ver las películas de estos iconos en el salón de su casa?

PD: Ayer se renovó la cartelera con propuestas como ‘G.I. Joe: La venganza’ (‘G.I. Joe: Retaliation’, Jon Chu, 2013) o ‘Los últimos días’ (David y Álex Pastor, 2013). ¿Pensáis que alguna podrá superar a los Croods?

Autor: Juan Luis Caviaro (Blog de cine)

Vía: El Economista

'Transformers 4' ya tiene protagonista femenina


Transformers‘ (id., Michael Bay, 2007) —y su primera secuela— fue, entre otras muchas cosas, la plataforma de lanzamiento de la carrera de Megan Fox, quien acabó abandonando la saga tras fuertes disputas con Michael Bay. Menos suerte tuvo la modelo Rosie Huntington-Whiteley, ya que su presencia en la lamentable ‘Transformers: El lado oscuro de la luna‘ (‘Transformers: Dark of the Moon’, Michael Bay, 2011) no ha tenido continuidad en la gran pantalla. Esos son los precedentes a los que se enfrenta Nicola Peltz, joven actriz que ejercerá de protagonista femenina de ‘Transformers 4‘ (id., Michael Bay, 2014).

Michael Bay mantiene así la línea iniciada con el fichaje del poco conocido Jack Reynor, siendo Mark Wahlberg el principal reclamo publicitario de su reparto. Peltz apenas ha trabajado en cinco películas hasta la fecha, pero ya gozó de un gran protagonismo en ‘Airbender, el último guerrero‘ (‘The Last Airbender’, M. Night Shyamalan, 2010) y actualmente podemos verla en ‘Bates Motel‘ (2013-En emisión), esa especie de precuela televisiva de la magistral ‘Psicosis‘ (‘Psycho’, Alfred Hitchcock, 1960). Los detalles sobre el argumento de ‘Transformers 4’ aún son prácticamente inexistentes —se sabe que la acción transcurrirá cuatro después de los hechos narrados en ‘Transformers: El lado oscuro de la luna‘—, pero parece ser que el rodaje comenzará a lo largo de esta primavera, estando ya confirmado que el estreno tendrá lugar el 27 de junio de 2014. ¿Tenéis pensado verla o ya habéis tenido suficiente con las tres entregas previas?

 Autor: Mikel Zorrilla (Blog de cine)

Vía: Coming Soon

Crítica de 'G.I. Joe: La venganza'


La insistencia de Hollywood en explotar fórmulas que han demostrado su rentabilidad en la gran pantalla o en otro formato no es algo especialmente censurable, ya que las juntas de accionistas de las grandes productoras exigen resultados inmediatos y eso no invita demasiado a correr grandes riesgos. La cosa se complica cuando, aunque no sea algo demasiado habitual, algún gerifalte decide que la decepción económica –más o menos acusada según cada caso- de una de sus películas es algo irrelevante y decide dar luz verde a una secuela con la idea de corregir aquello donde falló la primera entrega, salvando la viabilidad comercial de la franquicia. Eso es lo que ha sucedido en el caso de ‘G.I. Joe: La venganza’ (‘G.I. Joe: Retaliation’, John M. Chu, 2013), pero tengo bastante claro que Paramount se ha equivocado completamente al aportar 185 millones de dólares para que se haga lo que ha acabado siendo un completo desastre.

Seguro que muchos ya estaréis pensando que me estoy dejando cegar por sus –inexistentes- cualidades artísticas, pero lo cierto es que estoy convencido de que ‘G.I. Joe: La venganza’ como mucho acabará recuperando su excesivo presupuesto, quedando así claro que Paramount tendrá que esperar unos cuantos años para volver a probar fortuna con un auténtico reboot. El motivo de ello es toda la indecisión que ha rodeado al estreno de la película, y eso suele ser un lastre insalvable en el caso de un blockbuster. Bien reciente tenemos el caso de ‘Jack el caza gigantes’ (‘Jack The Giant Slayer’, Bryan Singer, 2013), que también sufrió un notable aplazamiento en su fecha de estreno para luego acabar estrellándose con estrépito en su llegada a los cines. ¿Le pasará lo mismo a ‘G.I. Joe: La venganza’? Yo apuesto a que sí, aunque siendo una decepción menor a la última película de Bryan Singer. Eso sí, en lo que realmente nos interesa andan demasiado parejas como para determinar cuál de ellas funciona peor como película y entretenimiento palomitero.


Si hay algo que me gustaría destacar positivamente de ‘G.I. Joe: La venganza’ es que evita abusar de los tópicos recientes del cine de acción contemporáneo que os comentaba hace unos días. Aquí no hay eternas persecuciones automovilísticas ni misiones imposibles con el héroe enfrentándose a un helicóptero –explosiones sí que hay unas cuantas-, pero, por desgracia, el guión de Rhett Reese y Paul Wernick, conocidos principalmente por ser los autores del libreto de ‘Bienvenidos a Zombieland’ (‘Zombieland’, Ruben Fleischer, 2009), es tal despropósito que ese vano intento de desmarcarse de la moda reinante pierde todo atractivo. Eso sí, no parece que esté motivado por cambios impuestos por la productora para hacerla más rentable, ya que los rumores que apuntaban a un remontaje para dar mayor protagonista a Channing Tatum han acabado siendo falsos y la parece que era cierto que el retraso se debe a una mera adición del 3D —presente en varias escenas, pero que no aporta nada relevante— para poder cobrar las entradas más caras a los incautos que se dejen seducir por esa tecnología.

Uno de los más grandes errores que comete la película es creer que tener un ritmo frenético es el que no pasen cosas sin parar, aunque la cohesión entre ellas sea muchas veces inexistente, se aniquilen totalmente las posibilidades dramáticas de ciertas situaciones o, lo peor de todo, se convierta a ‘G.I. Joe: La venganza’ en un espectáculo redundante en el que te importe un pimiento lo que le suceda a sus protagonistas. Habrá quien piense que eso no tiene especial trascendencia si se nos ofrece una montaña rusa repleta de grandes escenas de acción, algo que es cierto que puede servir para pasar un rato distraído, pero mucho me temo que no es el caso.


La campaña promocional de la película ha insistido bastante en las últimas semanas en unas escenas en la que unos ninjas hacen unas peripecias imposibles en los laterales de una montaña y justo es reconocer que es el momento más espectacularmente único de la función. No me convence demasiado la forma en la que John M. Chu utiliza la cámara lenta para subrayar el contacto físico, pero es una secuencia efectiva que logra captar nuestra atención. Por desgracia, el resto de momentos de acción son bastante planos, con muchos tiroteos, peleas cuerpo a cuerpo en la que se abusa de los planos cortos y cerrados y una sobredosis de explosiones —¿en serio pretenden que nos conformemos con esa anecdótica destrucción de Londres cuando la de París estaba muchísimo más elaborada en la primera entrega?— que sólo consiguieron hacerme bostezar en mi butaca. Tampoco ayuda demasiado que es cierto que ‘G.I. Joe’ (‘G.I. Joe: The Rise of Cobra’ no era una gran película –y tampoco una tan siquiera decente-, pero al menos Sommers sabía que lo más adecuado era optar por un tono de entretenimiento ligero, pero aquí Chu opta por un acercamiento más serio –intragable todo lo relacionado con el gran maestro de Snake Eyes y Storm Shadow- que nunca funciona. De hecho, las gracietas reservadas para Jonathan Pryce cuando puede revelar sus auténticas intenciones a otros líderes mundiales son de lo poco salvable que hay.

Ya en la primera entrega existía un problema de exceso de personajes, lo cual se traducía en que muchos de ellos carecían de interés y sus apariciones únicamente servían para complicar innecesariamente la historia. Aquí se ha optado por una simplificación total de la importancia de cada personaje –hay algún caso especialmente sangrante como el de Destro-, pero esto también se vuelve en contra de la película al hacer que, por ejemplo, el poco conocido D.J. Coltrona, uno de los protagonistas, no aporte nada –con la relativa salvedad del momento voyeur en el que espía a Adrianne Palicki mientras ésta se cambia de ropa-.


Aún peor es la aparente necesidad de que todos los personajes sean muy intensos, algo que no funciona si sus motivaciones están tan desdibujadas. La gran excepción es Bruce Willis, quien tengo muy claro que sólo aceptó el papel para cobrar un jugoso cheque, pero que al menos encara su personaje con una necesaria dosis de humor y autoconsciencia que hace que sus breves apariciones –ni 10 minutos estará en pantalla- sean un soplo de aire fresco. Es una pena que Dwayne Johnson siga sin encontrar un vehículo que explote conveniente sus posibilidades como héroe de acción, ya que presencia tiene de sobra y ha demostrado en varias ocasiones que posee el punto de carisma necesario para ser uno de los grandes héroes de acción de nuestro tiempo.

‘G.I. Joe: La venganza’ es mala —incluso peor que su ya deficiente primera entrega— y aburrida; así de sencillas son a veces las cosas.

Autor: Mikel Zorrilla (Blog de cine)

miércoles, 27 de marzo de 2013

'G.I. Joe: La venganza': ¿Quién dijo miedo?


Tras habernos sorprendido para mal con esa "monstruosidad" llamada 'Van Helsing', la cual prácticamente agotó todo el crédito que había ganado con las dos entregas de su reinvención de 'La momia', Stephen Sommers nos volvió a sorprender pero para bien con la que hoy parece ser la primera entrega de una saga que veremos a dónde llega, si es que pretende y/o tiene alguna posibilidad de llegar a alguna parte, que esa es otra. Sí, no hay por qué negarlo: puede que 'G.I. Joe' fuera lo que parecía que era y que se podría llamar comúnmente "una basura" (yankee si además se tienen prejuicios...), pero a pesar de que la gran mayoría de la humanidad se temía lo peor su orgullo, pasión y desparpajo, de la misma manera que sucede con la saga de 'Transformers', hacían de ella "una basura" a disfrutar sin prejuicios y sobre todo mucha alegría. ¿Qué cabe esperar de 'G.I. Joe: La venganza' sino... más o menos lo mismo? ¿Quién dijo miedo?

Efectivamente, como dicta el sentido común estos nuevos GI Joe's ofrecen básicamente lo mismo que ya ofrecía una primera parte de la que han sobrevivido muy pocos, algo un tanto incomprensible pero que vamos a obviar por el bien de ese espectáculo que a veces, sólo a veces, ha de continuar... O más bien, quizá, y siendo más justos, lo intentan, pues si bien el resultado final no le anda a la zaga si se echa en falta la mano de un director como Stephen Sommers (y unos chistes malos algo mejores). ¿Miedo alguno a que el director de 'Justin Bieber: Never Say Never' sea el director de este segundo round? No exactamente pero si, también. De la misma manera que hay escritores y hay juntaletras hay directores y hay juntaplanos... y mientras que Sommers es de los primeros -sí, lo es...- Jon M. Chu es de los segundos. De ahí la principal y más sustancial diferencia entre ambas películas, que lo que en una era un desparpajo simpático que dotaba de carácter a la película en otra es un proceso rudimentario que entretiene por inercia, y porque no hay que pedirle peras al olmo, que aquí se viene a lo que se viene, blanco y en botella. ¿Quién dijo miedo?

¿Qué esperar de un filme que cita a JayZ en vez de, no sé, a Lincoln? La primera tenía un toque digamos que humano; la segunda es un producto 100% impersonal sin una sola gota de sangre, la guerra bajo un envoltorio familiar. Cuando un gran estudio opta por un director suele dejar claras sus intenciones, ya sea una producción de más o menos millones que para el caso siempre pueden valer para contratar a un buen equipo técnico que saque adelante la faena. 'G.I. Joe: La venganza' vendría a ser la típica película de acción idónea para ver un domingo de resaca, simple, directa y plenamente irrelevante, y en la que a uno en realidad le trae al fresco lo que se supone es su argumento por más que haya quien intente ponerle cara seria al asunto: lo único que importa es que llegue "¡la hora de las tortas!" como diría La Cosa. En otra película hubiéramos sentido lástima por los habitantes de Londres (el Primer Ministro inglés incluso puede que también...), en esta echamos en falta que no vuelen alguna de las otras siete ciudades del mundo que los norteamericanos conocen, para entendernos. Los chistes malos, la voz, el rock duro... como diría Danny Madigan, está pasando. ¿Quién dijo miedo?

Más que funcionar como tal, algo realmente cuestionable, la cinta da el pego siempre a un módico precio como el pasatiempo vago y perezoso que pretende ser, el tipo de película que en la época dorada del VHS nunca hubiera cogido polvo en la estantería. Su colección de convencionalismos o sus ocasionales tonterías no tienen por qué molestar, y si bien sus escenas de acción no son nada del otro mundo (salvo si acaso la lucha en las montañas o la destrucción de Londres, ambas ya vistas en los tráilers) al menos no se hacen repetitivas, pesadas y/o cansinas. Sí, es cierto que ha medida que pensamos en ella y ya en frío le vemos numerosos defectos, tantos que abruman, como desperdiciar un argumento que parte con un impostor en la Casa Blanca que hubiera dado para mucho más, que su clímax sea de lo más pobre y rancio o que su 3D sea de esos que lo visten como puta y provocan que James Cameron se revuelva en su tumba. Oiga, pues sí, es cierto, ni aún con las curvas de Adrianne Palicki (haciendo de Sienna Miller) ni las presencias testimoniales de Bruce Willis (en modo Nicolas Cage) o un incomprensiblemente breve Channing Tatum, cuya "extendida" química junto a Dwayne Johnson apuntaba maneras... pero, ¿y quién dijo miedo?

Sinceramente, sabía a lo que iba y si bien no puedo decir que me gustase... si puedo decir que me entretuvo aunque la ligera sensación de decepción ahí está, y eso porque a la primera que caray, la ví con el cuchillo en la mano y al final quien me lo clavo fue ella en el pecho de la misma manera que en su momento 'Deep Rising', cuando me aprendí el nombre de Stephen Sommers. No obstante a medida que pienso y tecleo son más los detalles que me incitan a pensar en lo relativamente mundano que ofrece esta secuela que, por cierto, se pasa por el forro lo que acontece en la primera casi lo menos como si alguien hubiera pulsado el reset. Por ello me voy a permitir el lujo de recuperar algunas de las palabras que en 2009 escribió nuestro compañero Bombardero en relación al primer filme para así, ya de paso, mantener vivo el recuerdo de un compañero prácticamente caído en acto de servicio por culpa de los quehaceres del día a día: Como alguna que otra vez ya he dicho, el cine es un negocio más, y como tal se basa en conseguir un producto que se venda bien y rentabilice la inversión. Eso es lo que lo resume todo, en realidad, si bien con el 2 por delante del "nunca segundas partes fueron buenas" ahora es cuando le toca a la audiencia decidir... ¿Quién dijo miedo?

Autor: Juan Pairet Iglesias (El Séptimo Arte)

Estrenos de cine | 27 de marzo | Cine apocalíptico y el regreso de G.I. Joe


Esta semana, debido a los días festivos que se avecinan, los estrenos cinematográficos se adelantan al miércoles. Cuatro títulos que lucharán cada uno por atraer al espectador a las salas. Es muy probable que una cinta patria de género lo logre, al lado de la nueva megaproducción de Hollywood, una adaptación de Charles Dickens y un aire de cine italiano. Está claro que cada una tiene su público.

‘Los últimos días’

Dirección: David Pastor y Álex Pastor

Intérpretes: Quim Gutiérrez, José Coronado, Marta Etura, Leticia Dolera, Iván Massagué

Sinopsis: Año 2013, una misteriosa forma de agorafobia se extiende por el planeta atrapando a la población en los edificios. En una Barcelona desoladora, un joven, Marc, emprenderá un viaje incierto en busca de Julia, su novia desaparecida.

‘G.I. Joe: La venganza’

 

Dirección: Jon Chu

Intérpretes: Channing Tatum, Bruce Willis, Dwaynne Johnson, Byung Hun Lee, Adrianne Palicki, Ray Stevenson, Ray Park, Joseph Mazzello

Sinopsis: En ‘G.I. Joe: La venganza’, los G.I. Joe no sólo tendrán que luchar contra su enemigo mortal, la organización criminal COBRA, sino que además se verán obligados a lidiar con las amenazas y traiciones dentro de su propio gobierno que ponen en peligro su propia existencia.

¿Qué podemos esperar?: Teniendo en cuenta lo mala que me parece la primera entrega, pues otra virguería sin sentido. Y dará dinero.

‘Grandes esperanzas’


Dirección: Mike Newell
Intérpretes: Jeremy Irvine, Ralph Fiennes, Helena Bonham Carter, Holliday Grainger, Robbie Coltrane, Ewen Bremmer, Jason Flemyng

Sinopsis: El joven huérfano Pip tiene la oportunidad de superar sus humildes orígenes gracias a un benefactor misterioso. Habiéndose trasladado como caballero a un Londres dominado por las estratificaciones sociales, Pip hará uso de su nueva posición para lograr a la bella Estella: una heredera consentida a quien ama desde la infancia.

¿Qué podemos esperar?: Que supere la lamentable adaptación de Alfonso Cuarón —que sí, que es un excelente director pero esta película es una castaña—, aunque mucho me temo que alcanzar el cálido lirismo de la versión de David Lean va a ser tarea ardua.

‘La soledad de los números primos’



Dirección: Saverio Costanzo

Intérpretes: Alba Rohrwacher, Luca Marinelli, Martina Albano, Arianna Nastro, Tomasso Neri, Vittorio Lomartire, Isabella Rossellini

Sinopsis: Alice y Mattia han sufrido tragedias que les han marcado desde la infancia: un accidente de esquí en el caso de Alice, que le ha ocasionado un defecto en una pierna, y en el caso de Mattia la pérdida de su hermana gemela. Cuando, de adolescentes, se encuentran en los pasillos del instituto, cada uno de ellos reconoce en el otro su propio dolor. Mientras van creciendo, sus destinos se entrelazan en una amistad especial.

¿Qué podemos esperar?: Que algunas películas no tarden en estrenarse tres años, que esto va a peor.

'Los últimos días', el incidente


Hubo una época, allá por principios de los setenta del siglo pasado, en la que el cine de género –terror, suspense, ciencia ficción, etc.- no sólo se producía en masa en España, sino que era uno de los principales motivos de que la industria cinematográfica de nuestro país gozase de buena salud. Eran producciones baratas con mucha proyección internacional –las coproducciones estaban muy extendidas-, siendo la escasez de tiempo y presupuesto el principal elemento artístico en su contra. Sin embargo, la llegada del destape fue marginando su importancia hasta tal punto que la ley Miró estuvo a punto de acabar con ellas. Poco a poco han ido resurgiendo y en los últimos tiempos se empieza a ver una clara recuperación de esa tradición, con el aliciente añadido de contar con presupuestos más desahogados, algo que se nota lo suyo en el resultado final.

El último gran ejemplo de esa veta es ‘Los últimos días’ (id., Álex y David Pastor, 2013), primera película española de los hermanos Pastor tras su traumática experiencia con Miramax en el caso de ‘Infectados’ (‘Carriers’, 2009), su ópera prima. A finales del año pasado pudimos ver ‘Fin’ (id., Jorge Torregrossa), cinta con la que es muy fácil emparentar a ‘Los últimos días’ por abordar una historia de corte postapocalíptico, pero una vez vista tengo claro que se parece mucho más a la injustamente menospreciada ‘El incidente’ (‘The Happening’, M. Night Shyamalan, 2008). Eso sí, no vayáis a haceros ilusiones pensando que ‘Los últimos días’ es una gran película, ya que tiene fragmentos de muy buen cine, pero el resultado final es un tanto irregular.


La premisa de ‘Los últimos días’ obliga al espectador a dar un salto de fe, ya que jamás encontrará una explicación al evento que impide a los humanos salir al exterior si quieren seguir con vida. ¿Un toque de atención de la naturaleza por estar destruyendo lenta pero inexorablemente el planeta? A los hermanos Pastor no les interesan tanto los grandes temas como el aprovechar una situación límite para narrarnos una historia muy humana con la que todo el mundo puede sentirse identificado: Marc está dispuesto a lo que sea con tal de encontrar a su novia, una desaprovechada Marta Etura en un papel mucho más secundario de lo que pueda parecer a simple vista.

Es ahí donde surge un paralelismo evidente con la cinta de Shyamalan, ya que allí la clave acababa siendo la unión de un núcleo familiar desestructurado, mientras que en ‘Los últimos días’ se incide en la separación física y se dosifica con mayor acierto el delicado momento por el que pasaba la relación entre Marc y su novia a través de una hábil utilización de los flashbacks. De hecho, eso es algo que se extiende de forma generalizada a toda la acción, ya que los Pastor no nos muestran directamente que los dos protagonistas eran jefe y empleado y que el primero tenía pensado despedir al segundo, ni tampoco nos muestran de forma lineal la progresión del misterioso evento. Esto ayuda a crear una de las mejores secuencias de la película, esa en la que un compañero de trabajo de Marc es despedido y escoltado por los agentes de seguridad al exterior del edificio. Mucho temo que su capacidad de impacto se hubiese diluido sin esa preparación adicional al espectador sobre el mortífero acontecimiento que está teniendo lugar.


No es mi intención criticar la actuación de Quim Gutiérrez, ya que está muy correcto mostrando las miserias y la determinación de Marc para reencontrarse con su novia Julia, pero lo que muchos sospechaban se convierte en una realidad irrefutable: José Coronado demuestra no solamente tener más talento, sino también una mayor variedad de registros –de jefe malnacido a hijo preocupado por su padre, pasando por muchos otros estados anímicos- y lo hace sin dar sensación de estar esforzándose durante la mayor parte de metraje. Coronado es el que impide que la monotonía se adueñe de ‘Los últimos días’, porque el metraje se alarga con varias escenas que oscilan entre lo dudosamente necesario –el enfrentamiento con la banda que quiere apoderarse del GPS- y el relleno básico para servir como transición entre etapas del periplo de los protagonistas, ya que los diálogos, principal sostén de esos momentos, no están especialmente inspirados y es el talento del protagonista de ‘No habrá paz para los malvados’ (id., Enrique Urbizu, 2011) lo que impide que el espectador llegue a aburrirse.

Una de las cosas que se nota bastante es que los hermanos Pastor no han tenido el presupuesto suficiente para que su visión de la historia se transmita con suficiente realismo al espectador. ¿Qué quiere decir esto? Pues que hay no pocas escenas en las que los efectos visuales cantan muchísimo, corriendo así el riesgo de que el espectador desconecte de lo que sucede en pantalla. Es especialmente frustrante al haber momentos en los que todo funciona muy correctamente, pero los hermanos Pastor demuestran ser bastante ambiciosos en su forma de retratar los efectos del abandono en el exterior y eso acaba convirtiéndose en la mayor debilidad de ‘Los últimos días’ al dar una sensación de artificiosidad muy poco adecuada. Los Pastor se muestran más comedidos en las escenas de interiores, permitiéndose ciertas piruetas –el ataque del oso- resueltas con bastante pericia, aunque es en la notable secuencia del supermercado donde dan lo mejor de sí mismos. Por desgracia, las limitaciones presupuestarias también se dejan notar —especialmente en el fuego que aparece en escena— en el que, pese a ello, es el mejor momento de la función.


Es una pena que Álex y David Pastor no hayan contado con más medios para sacar adelante ‘Los últimos días’ y así poder convertirla en una mejor película de lo que ya es. Lo que nos queda al final es un entretenimiento bastante cumplidor realzado por la presencia de José Coronado y el buen hacer de los Pastor tras las cámaras. Por desgracia, también nos queda la sensación de que el guión es mucho más eficiente planteando ideas que ejecutándolas y el mejorable acabado visual resta fuerza a no pocas escenas.

Autor: Mikel Zorrilla (Blog de cine)

'Jack el caza gigantes', un espectáculo coherente


Todos los años se habla de películas que por diversos motivos parecen destinadas al fracaso en taquilla. Algunas lo esquivan pero otras no tienen tanta suerte. Por alguna razón que se me escapa, este mes han llegado a las carteleras de medio mundo dos de las películas más caras que veremos este año, además dos propuestas de cine fantástico, elaboradas con la intención de atraer a públicos de todas las edades, y con el reclamo —cada vez menos efectivo— del 3D. ‘Oz, un mundo de fantasía’ (‘Oz, the Great and Powerful’, Sam Raimi, 2013) y ‘Jack el caza gigantes’ (‘Jack the Giant Slayer’, Bryan Singer, 2013) se estrenaron con solo una semana de diferencia, resultando de tal choque un vencedor y un perdedor.

Ambas superproducciones fueron señaladas como posibles sucesoras del mayor fiasco comercial del año pasado, ‘John Carter’ (Andrew Stanton, 2012) —es terrible que un film tan válido, mal vendido por parte de Disney, vaya a ser recordado por su decepcionante recaudación—, y mientras la película de Raimi está siendo un gran éxito, la de Singer ha cumplido los peores pronósticos. A pesar de que, para un servidor, el último sí cumple desplegando un divertido y emocionante espectáculo, algo que el otro solo llegó a prometer. Pero estos resultados injustos son habituales en el negocio del cine, así es el juego y ellos lo saben perfectamente. Por mi parte, que ni gano ni pierdo nada, solo puedo lamentar la mala fortuna de un estupendo realizador y recomendar el visionado de ‘Jack el caza gigantes’. Con matices, eso sí, que paso a comentar.

Ante todo, para juzgarla hay que partir del origen y las intenciones de ‘Jack el caza gigantes’, que sigue la corriente hollywoodiense de adaptar cuentos tradicionales a un formato actual y espectacular; un plato apetecible para el mayor número de espectadores, a los que enganchar con “modernas” franquicias. En otras palabras, buscan nuestro dinero reciclando viejas historias. No cabe el engaño. Pero tampoco se puede justificar todo, por supuesto… En esta ocasión, a pesar del engañoso título original —que hace referencia a otro relato más sangriento— la base es la conocida fábula de las habichuelas mágicas. Ya sabéis, el muchacho campesino, un intercambio indeseado, la planta mágica que conecta con el mundo de los gigantes… y a partir de ahí, múltiples variaciones. Lo más habitual es añadir una princesa y un arriesgado rescate, ingredientes tan útiles como gastados para dar pie a una aventura.

A partir de un guion de Dan Studney, Darren Lemke y Christopher McQuarrie —amigo y colaborador del director, fue incorporado en última instancia para reescribir el material—, Singer trata de montar un equilibrado espectáculo fantástico que interese a pequeños y mayores. Nada fácil. Implica hacer concesiones peligrosas. Como simplificar la historia y pisar el freno en las escenas violentas y siniestras. Sin embargo, hacer eso conlleva el riesgo de aburrir o ahuyentar a espectadores mayores de 13 años. El primer problema lo intenta resolver Singer dejando los personajes en manos de un competente grupo de actores, cuyo talento compense los límites del guion, y para evitar el segundo opta por sugerir en lugar de mostrar, aparta la cámara o corta el plano en el momento justo, antes de ver una imagen que podría resultar impactante pero que no resulta necesaria.


Como ya demostró en sus dos entregas para la franquicia ‘X-Men’, Singer tiene facilidad para orquestar escenas vistosas y espectaculares, cuida el encuadre y la puesta en escena como pocos en Hollywood. En todo caso, su mayor acierto a la hora de abordar esta colosal producción es esquivar la absurda tendencia de oscurecer y dramatizar, apostando en su lugar por el humor y la emoción de la aventura, por el espíritu lúdico. Su reparto lo entiende y le ayuda, en especial unos divertidísimos Ewan McGregor y Stanley Tucci, a lo que hay que sumar un trabajo sensacional con la creación de los temibles gigantes —cuyo líder cuenta con la voz de Bill Nighy—, resultando en definitiva un eficaz entretenimiento que aprovecha al máximo las dos horas y deja con ganas de más —queda abierta la puerta a una secuela pero es improbable que reciba luz verde—.

Dicho esto, una serie de decisiones perjudican el conjunto. La película arranca con la ya típica recreación de una leyenda, un prólogo falto de ingenio, cuyo montaje desaprovecha la emoción del relato, con una animación sorprendentemente tosca para una producción de este calibre, comparada por ejemplo con la magnífica secuencia de las reliquias que vimos en la penúltima entrega de la saga Harry Potter. Singer se equivoca anticipando y subrayando los lazos comunes entre Jack y la princesa, en lugar de dejar que el espectador los descubra a la vez que el protagonista. Tampoco está fino con la doble presentación de los gigantes y no saca todo el partido a la batalla final, que termina antes de lo deseado. Por otro lado, aunque esto es mucho más discutible, me parece un error que los gigantes sean tan similares —más allá de detalles superficiales—, que alguno tuviera compasión de los humanos podría haber ampliado las posibilidades.


He leído en más de un sitio que la clave del fracaso de ‘Jack el caza gigantes’ es que es aterradora para los niños y demasiado infantil para los adultos. Es un lugar común al que recurrimos a veces los que escribimos críticas, y en esta ocasión lo veo desacertado. Seguro que habrá críos que se asusten y espectadores que esperaban ver sangre, pero los problemas han sido otros. La torpe campaña de promoción, con esos carteles horrorosos. El elevado presupuesto; puede que para no caer en el ridículo creando a los gigantes se necesitara llegar a los cien millones pero gastar doscientos era poco menos que jugar con fuego; a día de hoy el film ha recaudado 120 millones y aún le queda carrera por delante. Por último, al no recibir el apoyo de la crítica, se debido entender que solo es otro rutinario y mediocre blockbuster. No lo es, y os animo a comprobarlo.

Autor: Juan Luis Caviaro (Blog de cine)

martes, 26 de marzo de 2013

'G.I. Joe: La venganza', la película


En el verano de 2009 se estrenaba ‘G.I. Joe’ (‘G.I. Joe: The Rise of Cobra’, Stephen Sommers), una película basada en una gama de muñecos de acción que arrasó en ventas en su momento. La adaptación cinematográfica fue una decepción económica, ya que costó 175 millones de dólares –y unos cuantos más para publicitar su llegada a los cines- y recaudó poco más de 300. Sin embargo, el jefazo de Paramount tenía confianza en la franquicia y no tardó en dar luz verde a una secuela, aunque poco después se supo que pocos actores de la primera entrega iban a reaparecer, ya que el estudio quería que ‘G.I. Joe: La venganza’ (‘G.I. Joe: Retaliation’, John Chu, 2013) sea una especie de cruce entre continuación y reboot de la saga.

Estaba previsto que Stephen Sommers repitiese al frente de ‘G.I. Joe: La venganza’, pero a principios de 2011 se anunció la contratación de John Chu para dirigirla. El rodaje comenzó en agosto de ese mismo año para así poder estrenarla el 29 de junio de 2012, pero en mayo del año pasado se anunció que su lanzamiento se aplazaba hasta marzo de 2013. La excusa oficial fue añadir 3D a la película y que así ésta tuviera más posibilidades de éxito en el extranjero, pero mucho se comentó la posibilidad de que en realidad fuera para reforzar la presencia de Channing Tatum y su relación con el personaje interpretado por Dwayne Johnson, ya que esto era lo que mejor acogida había tenido en los pases de prueba. Sea como sea, ‘G.I. Joe: La venganza’ llega este próximo miércoles 27 de marzo a los cines españoles con la idea de arrasar en taquilla, pues ha costado la friolera de 185 millones de dólares –más todo el dinero invertido para crear dos campañas publicitarias-.

El argumento de la película

 

Los G.I. Joe no sólo tendrán que luchar contra su enemigo mortal, la organización criminal COBRA, sino que además se verán obligados a lidiar con las amenazas y traiciones dentro de su propio gobierno que ponen en peligro su propia existencia.

El director de ‘G.I. Joe: La venganza’

La carrera en Hollywood de John Chu –antes de eso dirigió junto a Frankie Chung la poca conocida por estos lares ‘Bao Hu Lu De Mi Mi’ (id., 2007)- había estado asociada hasta la fecha de forma unánime al mundo de la música. Comenzó dirigiendo la segunda entrega de ‘Step Up. Bailando’ (‘Step Up’, Anne Fletcher, 2006), tarea que repitió en la siguiente secuela. Paralelamente a ‘Step Up 3D’ (id., 2010), creó la televisiva ‘The LXD: The Legion of Extraordinary Dancers’, serie de la que también dirigió nueve episodios, encargándose a su vez de la puesta en escena de su adaptación cinematográfica. Poco después se ganó el odio de muchos cinéfilos al aceptar hacerse cargo de ‘Justin Bieber: Never Say Never’ (id., 2011), el documental sobre el ídolo de masas adolescente que se supone que también canta. Su sorpresiva contratación para dirigir ‘G.I. Joe: La venganza’ supone un giro de 180 grados en su carrera, pero sus antecedentes no invitan a tener demasiada confianza en él.

El reparto


Muchos consideraron un fallo de casting el fichaje de Channing Tatum para protagonizar la primera entrega –y no seré yo el que diga lo contrario-, pero su nombre ha ganado mucha popularidad en los últimos tiempos al protagonizar grandes éxitos de taquilla como ‘Infiltrados en clase’ (’21 Jump Street’, Phil Lord y Chris Miller, 2012), ‘Todos los días de mi vida’ (‘The Wow’, Michael Sucsy, 2012) y, sobre todo, ‘Magic Mike’ (id., Steven Soderbergh, 2012). De hecho, ‘G.I. Joe: La venganza’ tenía que haberse estrenado en Estados Unidos el mismo día que ‘Magic Mike’ y uno de los motivos oficiosos para su aplazamiento es que Paramount no quería enfrentarse a la película de Steven Soderbergh.

Dwayne Johnson estuvo unido durante muchos años al apodo de The Rock, su sobrenombre como luchador de wrestling. Su primer gran oportunidad le llegó cuando fue contratado para dar vida al Rey Escorpión de ‘The Mummy Returns’ (id., Stephen Sommers, 2001), consiguiendo tal éxito que acabó teniendo su propio spin-off. Johnson ha centrado su carrera desde entonces en una mezcla de comedias familiares –‘Rompedientes’ (‘Tooth Fairy’, Michael Lembeck, 2010), ‘La montaña embrujada’ (‘Race to Witch Mountain’, Andy Fickman, 2009), etc.- con cintas de acción –‘Sed de venganza’ (‘Faster’, George Tillman Jr., 2010), ‘Fast & Furious 5’ (‘Fast Five’, Justin Lin, 2011), etc.- que le han convertido en uno de los intérpretes más solicitados de Hollywood, lo que no le ha impedido retomar su actividad en la lucha libre.


El otro gran fichaje de la función ha sido el Bruce Willis, actor todoterreno que no necesita presentación y que en la cinta que nos ocupa dará vida al primer G.I. Joe. El reparto de la película se completa con Adrianne Palicki –una de las protagonistas de la adaptación televisiva de la novela ‘Friday Night Lights’—, Arnold Vosloo —el villano de ‘The Mummy’ (id., Stephen Sommers, 1999)—, Ray Stevenson –uno de los protagonistas de la estupenda teleserie ‘Roma’ (2005-2007), Joseph Mazzello –‘La red social’ (‘The Social Network’, David Fincher, 2010)-, Jonathan Pryce –ya dio vida al Presidente de los Estados Unidos en la primera entrega-, Ray Park –‘X-Men’ (id., Bryan Singer, 2000)-, Lee Byung-Hun –‘Encontré al diablo’ (‘Akmareul boattda’, Kim Ji-woon, 2010)-, Walton Goggins –‘Django desencadenado’ (‘Django Unchained’, Quentin Tarantino, 2012)- y el rapero RZA –‘El hombre de los puños de hierro’ (‘The Man With The Iron Fists’, RZA, 2012)—.

Autor: Mikel Zorrilla (Blog de cine)



Crítica de "El chico del periódico (The Paperboy)"


El cine de Lee Daniels es siempre provocador, no en un sentido sexual o político, sino estético. Busca el impacto sin recato. Mezcla el drama y el humor, la sensibilidad y el sarcasmo, aun poniendo en entredicho el respeto a sus personajes. Lo bueno es que así consigue una narrativa despierta, abierta a la sorpresa, que integra unos géneros dentro de otros, en este caso en torno a una forma iconoclasta del thriller. Sobre una novela de Pete Dexter, Daniels despliega todo su arsenal de colores estridentes, choques de sordidez y glamour y situaciones que trazan una muy fina línea entre lo sublime y lo ridículo.


La historia de la mujer que se empeña en demostrar la inocencia de un recluso, apoyándole con cartas, visitas y pasiones en la cárcel (la Kidman haciendo un cruce de piernas a lo Sharon Stone, pero en basto, como su personaje) es, al mismo tiempo, retrato familiar, sociología de pequeña localidad, exploración juvenil (con un Zac Efron haciendo de reclamo para veinteañeras) y crónica periodística. Todo agitado, con destellos de brillantez y asomos al abismo del despropósito, con un John Cusack excesivo y un Matthew McConaughey escabroso. El cine de Daniels sigue teniendo un punto de desafío atractivo, sea para deslumbrar o irritar.

Autor: Ricardo Aldarondo (Fotogramas)

Crítica de "Drácula 3D"


Vamos a dejar las cosas claras desde el principio: 'Drácula 3D' no es una buena película, pero ES una buena película. Sí, parece una contradicción y seguramente lo es, aunque en el terreno tan subjetivo y personal que es el cine de terror, lo malo suele ser a veces lo mejor. Y si en el ámbito del fantástico y el horror ya entramos en el universo de Dario Argento, pues lo más deslavazado, imprevisto y sinsentido es (en contra de la heterodoxia del gusto cinematográfico) lo más apetecible y defendible. Argento ya hace tiempo que se ha empeñado en cerrar páginas de su excelsa filmografía con delirantes capitulaciones testamentarias. Lo dijo todo sobre el giallo en el homónimo film con Adrien Brody, y concluyó la 'Trilogía de las madres' con una tercera coda maternal muy Lucio Fulci, de surrealismo en estado puro. La indiferencia del público y de la crítica se cebaron en el autor de 'Rojo oscuro'… nada comparado con lo que le espera a su aproximación al personaje creado por Bram Stoker.

Es verdad que no existe argumento, que la totalidad del reparto está definitivamente en otro sitio, y que lo tridimensional ata demasiado la tendencia a la filigrana visual del director… Sin embargo, en esa lujuria fumetti, en su alma de subproducto interesado antes en desnudar a su voluptuosas actrices y salpicar de gore digital las caras del espectador, reside la cómplice grandeza de 'Drácula 3D'. Acaso hoy (cuando los tiempos son malos para la lírica, la poesía bizarra y las mantis religiosas gigantescas) no sea época para el trash de autor… Quizás en los 90, este chupasangre argentiano violento y lascivo hubiera funcionado como el exploit mediterráneo del romántico conde exhumado por Francis Ford Coppola. Nos hubiera encantado y lo habríamos aplaudido. Lástima que ya todo le pille mayor a Argento y desaprendiendo a hacer cine (curioso: lo mismo está haciendo Coppola), pero aun así, en su fealdad y erotismo, en su canallesco festival de lo epidérmico y el pasotismo de Jess Franco, 'Drácula 3D' no anda muy lejos de las hipersexuadas, amorales, anticlericales, vodevilescas y claustrofóbicas secuelas Hammer del conde vampiro ('Drácula vuelve de la tumba', 'El poder de la sangre de Drácula' y 'Las cicatrices de Drácula')… Una explosión de libertad, absurdidad, colores y sangre… De cine bis… Sí, una película mala, pero una película BUENA…

Autor: Fausto Fernández (Fotogramas)

Crítica de "La Huésped (The Host)"


Si comienzo diciendo que The Host es “más película” que Crepúsculo — por su estética, su actriz protagonista y ciertos aspectos de la trama que su director y adaptador apura con inteligencia como un servidor el fondo de una litrona — no resuelvo gran cosa, y menos aún cuando un tercio entero del film es pura antología del disparate y el resto es un drama con todas las marcas de fábrica de Meyer, donde el conflicto y la tensión son sumergidos en una bañera para que no hagan mucho ruido. Pero ahí está: un “a ver si cuela” aprovechando la inercia de sus ilustres predecesoras (Meyer concibió esta saga como una trilogía y todavía no ha perpetrado las dos siguientes, cosa que podría cambiar este fin de semana).


Total. Unos amables parásitos han invadido la Tierra y transformado la sociedad en un mundo sin conflictos en el que un reducido grupo de humanos se esconde de los llamados Buscadores, la versión Black Ops de estos pacíficos extraterrestres. Melanie Stryder, nuestra protagonista, es capturada y contaminada con uno de estos bichos –llamados “almas”– con el objetivo de acceder a sus recuerdos y encontrar así los últimos fragmentos de resistencia. Stryder, a diferencia de la gran mayoría de infectados, no solo no renuncia a ceder el control de su cuerpo sino que obliga a su nuevo huésped (conocido como Wanderer o, cariñosamente, Wanda*), a huir a un reducto de rebeldes controlado por su tío (William Hurt), donde se convierte en el objetivo romántico de dos jóvenes, cada uno enamorado de un aspecto de la joven. Melanie intenta recuperar su vida, Wanderer intenta conectar con los desconfiados humanos, y una Buscadora (Diane Kruger) se aproxima cada vez más a todos ellos.

Lo que hay que destacar es que The Host tiene cierto grado de coherencia o, dicho de otro modo, no se saca todas las ideas del culo. Niccol, más allá de haberse especializado en la ciencia ficción, es un señor caracterizado por crear universos extremadamente bien definidos y, por lo tanto, plausibles, donde todos los elementos se relacionan entre sí. La conexión aquí no llega al grado de Gattaca o El Show de Truman ni de puta coña, pero es pertinente en aspectos fundamentales. Me creo que existen dos personas en el interior de Melanie porque Ronan es una buena actriz, dinámica, tan inocente como vivaz; me gusta el planteamiento (solo el planteamiento) de las dos relaciones amorosas que derivan de ahí, la primera con su antiguo novio y la segunda con un chaval que aprecia el buen carácter del bicho que Melanie lleva dentro. Me gusta el nervio y el genio que guían a La Buscadora (Diane Kruger, en Modo Samuel Gerard, excelente desde hace años), imprescindible para animar el cotarro. Me gusta el contraste que propone Niccol –un mundo “extraterrestre”, unificado, poblado por reflejos, cristales, tonos plateados y una estética heredera de Gattaca, frente a las cuevas, harapos y tonos cálidos donde viven los rebeldes–. Y me gustan ciertos apuntes sociales como el hecho de que las marcas de productos han desaparecido. Es fácil ver por qué fue elegido para este proyecto, y cualquier buen director va a potenciar aspectos de la historia coincidentes con su personalidad, le impongan o no la película.


Y hasta aquí hemos llegado. Estos elementos pertenecen a un film mucho mejor que The Host, son completamente circunstanciales y, a la hora de la verdad, pesan entre cero y nada. Es el mismo caso de siempre: director intenta aportar su granito de arena solo para acabar aplastado bajo las 18 ruedas del camión de AMOR NO CORRESPONDIDO que conduce Meyer, que a estas alturas sigue sin darse cuenta (o lo sabe, pero no le importa) del terrible daño que provoca reducir una película, cualquiera a “chico quiere a chica que quiere a chico” sin tener en cuenta la realidad que se desarrolla a su alrededor. El film se para durante tres cuartos de hora para centrarse en las conversaciones a “cuatro” bandas –momentos en los que Kruger desaparece y con ella cualquier sensación de urgencia o amenaza–, animado por una escena de acción de influencia prácticamente nula en el desarrollo de la película y que es explotada sin fin en el trailer para que incautos como yo piquemos. Y si bien la idea del cuadrángulo raro este que se ha montado es original, la ejecución es de vergüenza ajena: los diálogos tienen el bochornoso nivel acostumbrado en Meyer y, lo que es peor, traiciona simultáneamente a los dos personajes que interpreta Ronan. “Melanie” desaparece oportunamente para explotar la relación romántica de su aspecto extraterrestre, el cual deja de ser “pacífico” para convertirse en “sumiso”, lo cual no hace sino llevarme a pensar que se trata de una justificación para expresar la visión de la mujer dócil que tanto explota Meyer en sus films. Además, ninguna de sus dos contrapartes está a la altura de la chica, en particular Max Irons, que directamente está MAL. 


Es una lástima (solo un poco, la verdad), porque The Host es un film algo más rico que Crepúsculo. Se ve en sus últimos veinte minutos, cuando aborda finalmente las diferencias que enfrentan a ambas razas en un contexto más amplio que el “me quiere, no me quiere”, y amaga con presentarnos una trama articulada de ciencia ficción. Pero al haberse olvidado de ello durante un tercio entero de metraje para dar paso al AMORLG, nos damos cuenta de que Niccol ha dejado su mundo a medio completar y el efecto rebote casi termina de destruir el film, tanto por inconsistencias (“¿Por qué la resistencia entra y sale de lugares neurálgicos alienígenas como le da la gana?” “¿Por qué pueden acceder tan fácilmente a alimentos?” “¿Por qué una raza pacífica ha invadido nuestro mundo por la fuerza?” “¿En qué circunstancias se produce la invasión?”) como por falta de imaginación a la hora de representar aspectos como la dualidad de nuestra protagonista que Niccol, un director con talento visual, solventa con una inane voz en off y a tirar. Pero recordando cómo empecé esta reseña, me resisto a creer que es un caso de “la misma mierda, distinto día”, por mucho que Meyer trate cada género como una excusa. El crimen particular que aquí comete –y Niccol en menor medida– consiste en ignorar que la ciencia ficción necesita para funcionar de un conjunto estricto de reglas (todos los géneros, en realidad, pero particularmente destaca aquí, porque son “nuevas”) en todos sus aspectos, no solo en el que conviene. Los crimenes generales, por desgracia, son conocidos por todos.
*Hurt –no hace falta decir mucho: es capaz de dar empaque y compasión a una lectura del Boletín Oficial del Estado– está particularmente jachondo en la V.O., rapeando con el nombre coloquial del extraterrestre para dar lugar a joyas como “I wonder where is Wanda”, en lo que parece una broma subrrepticia por aliteración o un homenaje encubierto al clásico de Charles Crichton. Dejémosle disfrutar.

Autor: Rafa Martín (lashorasperdidas)

lunes, 25 de marzo de 2013

'Spring Breakers', el nuevo sueño americano



-Ver tanto dinero hace que se me moje el coño.
Candy (Vanessa Hudgens)

Como era de esperar, la campaña publicitaria de ‘Spring Breakers’ (Harmony Korine, 2012) está girando en torno a la explotación sexual de cuatro jóvenes actrices, destacando sobre todo dos de ellas, Vanessa Hudgens y Selena Gomez, por haber conocido la fama como estrellas de la factoría Disney. Es el nuevo trabajo de un autor independiente, fue seleccionada para competir en el festival de Venecia, ha generado toda clase de comentarios/críticas, y entre los protagonistas también figura el conocido James Franco —que curiosamente triunfa en taquilla con un blockbuster de Disney: ‘Oz, un mundo de fantasía’ (‘Oz, the Great and Powerful’, Sam Raimi, 2013)—, pero la imagen de las niñas malas se ha convertido en el símbolo de la película, para bien y para mal.

Cuando escribo una crítica suelo pensar en el lector indeciso. Intento aclarar si el visionado puede merecer la pena o no, y por qué —siempre desde mi punto de vista, por supuesto—. ‘Spring Breakers’ no es para todo el mundo. Y no lo digo solo por las chicas en bikini, el lenguaje obsceno o las escenas violentas que anuncia el tráiler. Es una de esas películas que proponen vivir una experiencia. No sigue una narrativa convencional, no pretende contar una historia, no busca entretener; lo suyo es recrear una ficción e invitar al público a zambullirse, a dejarse arrastrar, provocarle y dejarle algo en lo que pensar. Por eso, por la polémica, por las agallas de Korine, por la mediocridad del cine actual, yo lo tengo claro: ‘Spring Breakers’ es uno de los estrenos más importantes del año.

El cuarto largometraje del escritor y director estadounidense Harmony Korine —en su filmografía destacan el guion de ‘Kids’ (1995) y su ópera prima, ‘Gummo’ (1997)— puede verse como un perverso cuento de hadas en el que cuatro valientes princesitas, aburridas de la vida que les han impuesto, deciden lanzarse a la aventura para descubrir qué hay más allá y cuáles son sus verdaderos límites. Pero sería una lectura parcial de lo que hay en la película, mucho más interesante de lo que parece. Y es que Korine no ha elegido a Hudgens y Gomez porque estaban disponibles, les gustó el guion, querían demostrar el mundo que han madurado y pasaron las pruebas de casting. Las subió a bordo por lo que representan. Porque ‘Spring Breakers’ es también un inspirado retrato de la juventud actual, de su estilo de vida, sus inquietudes y sus metas.

Con apenas unos planos, hermosos y cargados de información audiovisual, Korine presenta el mundo en el que viven sus heroínas. Brit y Candy bromean con pegarse un tiro por el aburrimiento que les produce una clase en la universidad, mientras Faith se ve obligada a participar en toda clase de bobadas religiosas. Están desconectadas de la realidad y solo tienen una cosa en mente: marcharse lejos de allí. La semana de vacaciones de primavera a la que hace referencia el título —fiestas en la playa cargadas de alcohol, drogas y sexo, tal como refleja Korine en esa primera secuencia a cámara lenta— es su vía de escape. Sin embargo, a pesar de ahorrar durante meses, no tienen el dinero suficiente para realizar el viaje. Toca quedarse en casa, ser buenas chicas. A menos que… Mentalizadas en que solo van a repetir lo que harían en un videojuego, Brit, Candy y Cotty roban un coche y atracan un restaurante. Asunto resuelto; ¡a Florida, a divertirse!


La secuencia del atraco —filmada con elegancia y estilo— nos adelanta otra capa de ‘Spring Breakers’, la ventana a un mundo corrupto y degradado, amoral, deshumanizado, salvaje, consumista, donde lo más importante es “tener billetes”. Ganar dinero fácil, sin esfuerzo, para que siga la diversión, para no hacer nada, siempre. En la cumbre de este moderno sueño americano se encuentra Alien —extraterrestre, pero también alienado, demente—, un llamativo personaje al que conocen las cuatro Alicias en el alucinógeno y carnal paraíso de Spring Break, sin responsabilidades ni obligaciones. Pero con policía. Las chicas acaban en la cárcel y Alien paga la fianza, invitándolas a unirse a su séquito. Faith se asusta de este lobo con trenzas y dientes brillantes que promete diversión y presume de riqueza, pero sus amigas no tienen intención de volver a casa tan pronto…

James Franco es una de las razones por las que hay que ver ‘Spring Breakers’. Al igual que el film, Alien —inspirado en un rapero que se hace llamar Dangeruss— es mucho más de lo que parece a simple vista; hay un auténtico ser humano debajo del disfraz de gánster —fan absoluto de ‘El precio del poder’ (‘Scarface’, Brian de Palma, 1983)—, músico, narcotraficante y coleccionista de armas. Para el recuerdo quedan las escenas de la pistola en la boca y el homenaje a “una de las mejores cantantes de todos los tiempos“, Britney Spears —que habría encajado perfectamente en este relato (junto a Lindsay Lohan y Miley Cyrus)—. Korine dirige con mucha inteligencia a las protagonistas, hasta el punto de que parece que no estén actuando lo más mínimo. Del trabajo de las jóvenes actrices —cuyas personalidades a veces parecen formar un solo personaje— destaca Gomez con el papel más difícil de los cuatro.

Por último, ‘Spring Breakers’ es además una fantasía erótica para espectadores que deseen recrearse libremente en el oscuro refugio de la sala de cine. La película no se corta enseñando carne —desde el primer minuto— pero sí lo hace con las relaciones sexuales, una decisión extraña y decepcionante viniendo de Korine. No es un trabajo redondo, resulta fácil desconectar y aburrirse cuando el cineasta opta por repetir diálogos y escenas, subrayar y explicar situaciones o decisiones que habían quedado claras, y a pesar de durar una hora y media hay momentos donde cuesta no mirar el reloj. ‘Spring Breakers’ es muy irregular, muy imperfecta, pero también y sobre todo, muy personal, cautivadora y estimulante —fundamental la aportación musical de Cliff Martinez y Skrillex—. Mi recomendación: dejad los prejuicios en casa y dejaos llevar por esta experiencia.

Autor: Juan Luis Caviaro (Blog de cine)











'Los Croods': La vida después de la caverna



De repente, el fuego. Milagro. Donde antes había frío ahora había calor; donde antes había oscuridad ahora había luz. Los hombres se sentaron alrededor de tan maravillosa creación y se acercaron más y más para poder contemplarla mejor. Uno de ellos, en un arrebato de osadía, quizás también de avaricia, alargó la mano para hacerse con dicho tesoro. Una sensación horrible y jamás experimentada le mordió con la furia de los dioses todo el brazo. Gritos, confusión y movimientos desesperados para quitarse de encima aquella fuerza abrasadora. Durante la lucha contra lo invisible, la mirada se desvío hacia la pared. Bastó una milésima de segundo para que el pobre hombre se diera cuenta de que donde antes solamente había muros tan muertos como fríos, ahora había una curiosa figura que se movía tanto o más que él mismo. Cuando el dolor menguó y volvió a reinar la calma, el panorama en la cueva había cambiado radicalmente.

El fuego ya no era el centro de atención; había cedido todo el protagonismo a unas sombras que danzaban continuamente alrededor de la más agradecida de las audiencias, la misma que, sin saberlo, se iba consumiendo poco a poco en un encierro que, y éste es el consuelo de los necios, se había convertido en algo maravilloso. Pocos días después, la fiesta terminó, y ya solo quedaban sus ruinas: brasas humeantes, muros oscurecidos por el humo... y tres cuerpos que yacían inertes, enfriándose a marchas forzadas. ¿Moraleja? Muchas: no se puede vivir solamente en/de la ficción; el exceso de ilusión es nocivo; la representación distorsionada de la realidad, precisamente lo deforma -en el peor de los sentidos- todo. La más importante, quizás, y aplicada al caso que ahora nos concierne: hay que desapalancarse, desentumecerse los músculos... y la mente; hay que salir. Abandonar el confort de nuestro propio entorno y empaparnos del exterior.

Aceptar el riesgo de la aventura para así toparnos con lo potencialmente maravilloso; para así poder realmente vivir. Este último verbo raramente puede ser usado por los miembros la familia de cavernícolas de la película de animación 'The Croods', pues el miedo en su estado más puro (hablamos del temor a caer fulminado por un catarro, a ser devorado por un dientes de sable, a ser aplastado por un mamut...) ha regido sus vidas desde el mismo momento en que nacieron. Así no hay manera. Día sí día también pelean a muerte con cualquier tipo de criatura por el más insignificante bocado, vigilan con extrema cautela cada paso que dan, se lo piensan dos, o tres, o cuatro veces antes de tomar cualquier decisión y, por supuesto, a la mínima que se huelen el peligro, corren a encerrarse en su oscuro, frío, pero segurísimo refugio rocoso.

Pero si algo nos recordó este año la sociedad J.R.R. Tolkien - Peter Jackson es que no hay peor condena que el sedentarismo, más aún si éste va vinculado a una caverna que, como nos contó la comentada alegoría, a la larga, no tiene más que efectos destructivos sobre sus ocupantes. A mover el culo se ha dicho. Desde su trepidante prólogo, 'Los Croods' se reivindica en el concurridísimo escenario de la animación por ordenador con un ritmo endiablado y con un sentido de la espectacularidad que pone la más potente tecnología al servicio del infalible espíritu del slapstick clásico (algo similar a ver a los grandes maestros pioneros del séptimo arte reconvertidos en seres animados capaces de las más increíbles piruetas). Una delicia. El guión, firmado por los directores Kirk De Micco y Chris Sanders (¿para cuando el reconocimiento que merece este gran animador en la sombra?) es una sorprendente y muy eficiente máquina de sonrisas (a las que llega tanto el público adulto como, por supuesto, el más joven) en la que la inventiva visual y el humor ingenioso forman equipo para un divertimento espectacular, dinámico y con un excelente sentido aventurero.

Una odisea en familia y para toda la familia donde, qué cosas, hasta el 3D da señales de vida (aunque para ello nos tengamos que haber remontado hasta la mismísima prehistoria, período en el que, por cierto, los más románticos sitúan los mismísimos orígenes del cine). Nicolas Cage, por su parte, quien pone voz al torpón papá Crood, declaró en la rueda de presentación del filme en la Berlinale que le gustaría -por qué no, ya puestos...- rodar un musical. Visto el incomprensible éxito del último trabajo de Tom Hooper, alguien debería ir pensando en registrar ya el título de ''El miserable''. Inmejorable para hablar de este tristón e histriónico troglodita, tan atrapado en su propia caricatura que no hay dibujo animado que oculte su huella, pero que por mucho que se vea obligado a nadar en las fétidas cloacas de la sucia industria (cosas de confiar las cuentas personales a la persona menos indicada), de vez en cuando, ha quedado claro, se las ingenia para que su (auto)mutilado encanto salga a la superficie. ¿La mejor película en años del bueno de Nic? Sin duda, pero para conquistas realmente meritorias, 'Los Croods' puede lucir en el escaparate de la DreamWorks como uno de sus productos más logrados; además de (y a pesar de no llegar, ni mucho menos, al nivel de obra maestra... básicamente porqué no lo quiere; porqué sabe a lo que juega) como una solidísima razón para volver a creer en las alternativas en la liga presidida por la mastodóntica sociedad Disney-Pixar.

Autor: Víctor Esquirol Molinas (El Séptimo Arte)