La lágrima negra de Thérèse Desqueyroux en el cartel de la película
es lo más sugerente de esta adaptación de la novela de François Mauriac,
de la cual ya hizo una notable versión Georges Franju a principios de
los años sesenta, donde recogía al trágico personaje a su salida del
Palacio de Justicia tras su inexplicable acto
En la visión que hizo Claude Miller en 2012, justo antes de morir, la
historia se narra de forma lineal y recoge al personaje de Thérèse en
su adolescencia para ir contando su peripecia personal y social, su
matrimonio, su fracaso, su caída en los infiernos...
Pero, la
sosería de la película no proviene de su linealidad sino de la
impotencia de Miller para hacer "visibles" los desajustes de su
protagonista, interpretada con absoluta frialdad por Audrey Tatou y sin
acertar nunca en la tecla de la empatía con el espectador; un melodrama
ardiente pero apagado, impecablemente filmado en sus figuras y sus
fondos, que sí transmite la naftalina del lugar y la época, pero no el
argumento interior de esta mujer enjaulada y existencialista, y
extrañamente impermeable a los sentimientos (de pareja, maternales,
familiares...) que adolece.
Una película a la que le falta sal, o suciedad, o neblina, o algún alarido.
Autor: E. Rodríguez Marchante (ABC)
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