martes, 9 de julio de 2013

Crítica de "After Earth"


Si le llegan a decir al Will Smith de El príncipe de Bel-Air que 20 años después iba a hacer una película en la que no movería ni una ceja, no se lo cree. Tampoco nos lo creemos el resto, los que admiramos al actor desde entonces, sobre todo, por sus dotes de entertainer nato. Aburrido quizá es el adjetivo que menos esperas ver al lado del nombre que cantó el Torito bravo en prime time, pero es el que mejor define la película que ha hecho para mayor gloria de su hijo, Jaden Smith, una lanzadera descarada para la carrera en solitario de su primogénito, de la que el que saldrá peor parado, y si no al tiempo, será su director, Shyamalan.

La excusa para tanta contención emocional es precisamente lo que hace avanzar el argumento de After Earth, creado por los dos Smith, desarrollado por el padre y guionizado por Shyamalan: las emociones (y no esos feos aliens, llamados ursas) son el enemigo, quien las controle conseguirá hacerse invisible y si eres invisible eres invencible. Esto, que debería desarrollarse durante toda la película, lo resume con su voz en off Jaden Smith en los primeros cinco minutos. Adelantándonos así a todo (¡todo!) lo que va a pasar y lastrando las propias interpretaciones sin emoción (es decir, invisibles) de sus protagonistas, la historia, la acción y la intriga. Ay… si le llegan a decir al Shyamalan de El sexto sentido y El protegido que iba a hacer una película tan previsible. 


Autor: Irene Crespo (Cinemanía)

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