Dustin Hoffman ha elegido para su debut en la dirección una comedia
sencilla, amable y sin aspavientos. Escrita por Ronald Harwood,
guionista de películas como El pianista (Michael Haneke, 2002) y La
escafandra y la mariposa (Julian Schnabel, 2007), muestra el día a día
de los pacientes de una residencia de la tercera edad para cantantes de
ópera retirados. Varios de sus temas están claros: la soledad en la
vejez, la pérdida de la cabeza o el miedo a acabar por perderla y,
aglutinándolo todo y dándole un barniz poético, el poder terapéutico de
la música y, por extensión, del arte. Para tantear todo ese material, ni
Harwood (en el texto) ni Hoffman (en la ejecución) se salen de los
márgenes de la corrección y el optimismo. El cuarteto es una película
formulada en positivo, que incluso cuando aborda la enfermedad y la
muerte lo hace hablando de la vida.
Pero no es una propuesta ingenua, falsamente alegre o con excesos sentimentales. Un guión con las emociones bien calibradas, en el que el humor equilibra y ayuda a entender el drama, una dirección de actores enfocada a la naturalidad y un reparto extraordinario que no comete el error de sentir lástima por sus personajes hacen de El cuarteto un divertimento que antepone la lucidez y la fina ironía a la compasión y el sentimentalismo de manual.
Autor: Desirée De Fez (Fotogramas)
Pero no es una propuesta ingenua, falsamente alegre o con excesos sentimentales. Un guión con las emociones bien calibradas, en el que el humor equilibra y ayuda a entender el drama, una dirección de actores enfocada a la naturalidad y un reparto extraordinario que no comete el error de sentir lástima por sus personajes hacen de El cuarteto un divertimento que antepone la lucidez y la fina ironía a la compasión y el sentimentalismo de manual.
Autor: Desirée De Fez (Fotogramas)
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