Alex Kurtzman debuta en la dirección con un sólido drama familiar. Un Kurtzman al que le reconocemos sus muchos guiones para cine y televisión, siempre ligado al de su compañero Roberto Orci, y casi siempre bajo la tutela de J.J. Abrams, su descubridor prácticamente. O quien les llevó a la fama. Suyos son los guiones de películas como Star Trek, Transformers, Misión Imposible III o las series Alias, Fringe o Hawaii Cinco-0. Por nombrar sólo unas pocas. A la sombra de Abrams o no, el dúo se ha convertido en una de las parejas de guionistas más importantes de Hollywood, casi siempre cerca del género fantástico. Por eso sorprende que la primera película como director de Kurtzman, con guión propio y de Orci, por supuesto, sea un pequeño drama familiar, lejos de efectos especiales y explosiones. Lejos de lo que estamos habituados a ver salir de sus plumas.
La historia nos presenta a un joven que va de triunfador por la vida, pero que en realidad es un tipo endeudado hasta el cuello y a punto de perder su trabajo, con una novia a la que no aprecia, y con un padre que acaba de fallecer y al que no soportaba. A partir del entierro descubre que su padre deja todo su dinero a un crío que podría ser el hijo de una hermana ilegítima, toda una revolución en su vida que le hace querer descubrir quién es realmente ese niño y que supone todo ello en su existencia que va a la deriva.
Chris Pine aporta solvencia y carisma al protagonista, aunque el inicio de la película sea titubeante, hasta la aparición de la siempre brillante Elizabeth Banks (ojo a su aparición en el colegio del hijo y cómo lo soluciona), Michelle Pfeiffer que se come a cualquiera que le pongan delante sin despeinarse, Olivia Wilde que sigue creciendo día a día, o la experiencia de Phillip Baker Hall en un personaje pequeño pero importante. Eso hace que momentos como el reencuentro entre Pine y Pfeiffer, la relación casi incestuosa llevada con extrema elegancia… Todo hace funcionar la película, la hace ser emotiva y sincera.
No, no es memorable. Todo el empeño por atar todos los cabos sueltos y al final deja más de uno porque la película se va casi a las dos horas. Y por mucho empeño del reparto, por mucha solidez del guión y por mucho trabajo de dirección sigue siendo previsible y vista mil veces. Buen drama, pero demasiado visto.
Autor: Jesús Usero (Revista Acción)
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