El dúo Willis / Wayans protagonistas del film |
Pablo Campillo
“Gilipollas soy yo, él es tonto”,
Joe Hallenbeck (Bruce Willis)
Tras el estreno la pasada
de semana de “Looper”, la nueva película protagoniza por Bruce
Willis, y con la intención de reivindicar un cine de acción que ya
apenas se hace, he decidido comenzar una serie de artículos
empezando con la película que nos ocupa.
“El último Boy Scout”,
película dirigida por Tony Scott en el 91, formando parte de su
primera etapa, cuando el recientemente fallecido hermano pequeño de
Ridley Scott comenzaba a colocarse en la cima de la industria.
También era la época en la que Tony forma se preocupaba de la
dirección y no de generar videoclips de más de 90 minutos causando
epilepsia en el espectador.
El film, cuya trama
policiaca no es ninguna novedad, aguanta el paso del tiempo por la
comicidad que nace de los dos personajes principales, pero sobre
todo, por la composición del personaje de Joe Hallenbeck, del que
Willis sabe extraer todo el jugo y potencial. Scott saca el máximo
partido al guión de Shane Black (el mejor pagado hasta que en 1992
Joe Eszterhas escribió ese gran thriller que es “Instinto
Básico”); especialmente con la pareja protagonista. De este modo,
se torna más hacia una buddy movie de acción con ingeniosas y
lapidantes frases por parte del duo Wayans / Willis.
Hasta en los momentos de mayor tensión hay hueco para el humor. |
Las escenas de acción,
bien rodadas y sin alargarse demasiado en infinitos tiroteos y
persecuciones; especialmente notables en el trepidante tramo final.
La fotografía de Ward Russel apuesta por tonos ocres y azules, con
un notable contraste. Línea que explotaría Scott durante buena
parte de los noventa, con mucha presencia de fluorescentes y
ventiladores, dando una sensación de asfixia y agobio.
Se trata por tanto de una
película que ha aguantado bien el peso de los años, resultando
endiabladamente entretenida. Con una duración ajustada, aunque con
algún que otro altibajo de ritmo, resultan bien compensada las
escenas de acción con los hábiles diálogos y situaciones cómicas.
Pero por encima de todo, porque es una película con violencia y
frases mal sonantes, algo que se echa en falta en muchos blockbusters
actuales, en los que los protagonistas parecen académicos de la
lengua dignos de envidia de Pérez Reverte. Y porque el héroe, las
pasa canutas para salir airoso, sangra y sufre, no como en las
películas de ahora en la que metro sexuales musculitos no se llevan
una buena hostia.
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