miércoles, 12 de diciembre de 2012

Crítica de "Sin Tregua"


Vigila tu espalda. Cada turno puede ser el último”. Este aviso incluido en el cartel español de ‘Sin tregua (End of Watch)’ (‘End of Watch’, 2012) transmite bien la sensación que se tiene durante el visionado del intenso nuevo trabajo como director de David Ayer, en nuestros cines desde el pasado 5 de diciembre —en EE.UU. se estrenó a finales de septiembre y fue número 1 en taquilla—.


Ayer comenzó en el cine como guionista, sacando punta a sus experiencias en la Marina —‘U-571’ (Jonathan Mostow, 2000)— y sobre todo a su vida en South Central —‘Training Day’ (Antoine Fuqua, 2001)—, una zona de Los Angeles conocida por su alta criminalidad, lo que le llevó a interesarse por la labor policial. En la ciudad de Los Angeles está ambientada la acción de otros de sus guiones, ‘A todo gas’ (‘The Fast and the Furious’, Rob Cohen, 2001) y ‘Dark Blue’ (Ron Shelton, 2003), y la de sus tres largometrajes como realizador, ‘Vidas al límite’ (‘Harsh Times’, 2005), ‘Dueños de la calle’ (‘Street Kings’, 2008) y ‘Sin tregua (End of Watch)’. Mientras que las dos primeras se centraban en personajes traumatizados por sus experiencias al servicio del ejército o la policía, en la última se nos muestra la fase previa, el descenso al infierno.


Basada libremente en la verdadera historia de dos policías del departamento de Los Angeles, ‘Sin tregua (End of watch)’ presenta el día a día de Brian Taylor (Jake Gyllenhaal) y Mike Zavala (Michael Peña), dos jóvenes agentes que vigilan las calles de South Central. Con la excusa de que el primero está realizando un trabajo para una escuela de cine, David Ayer introduce diferentes cámaras en la ficción con las que accedemos a escenas cotidianas de la vida y el trabajo de los protagonistas, dotando al film de una apariencia de falso documental —tan de moda en el género de terror pero inusual en el policiaco— que le sienta especialmente bien durante las vibrantes secuencias de acción y ayuda a maquillar las torpes conversaciones.

Si los diálogos los hubiera escrito alguien con más talento en este particular —el mejor ejemplo sería Quentin Tarantino, capaz de atraparte con una anécdota sobre el nombre de una hamburguesa—, estaríamos ante una de las mejores películas de los últimos años. En su intento por reforzar la verosimilitud del relato y construir a dos policías de carne y hueso, por los que el público pueda sentir empatía y preocupación cada vez que se huele el peligro, Ayer nos muestra a Brian y Mike en situaciones corrientes, rellenando un formulario, comprando unas bebidas, bailando en una fiesta o charlando como dos amigos sobre sus relaciones sentimentales (Anna Kendrick y Natalie Martinez son las chicas que les esperan en casa).


El mayor problema de ese tipo de escenas no es tanto la falta de ingenio en las conversaciones como la excesiva importancia que tienen en la película, ocupan demasiado tiempo para el escaso interés que generan, son frases y situaciones convencionales que no requieren especial atención, lo relevante es captado de inmediato, como que Brian se ha enamorado o que recibir una medalla por hacer bien tu trabajo no hace que te consideres a ti mismo un héroe; habría beneficiado a la narración un montaje más severo —por ejemplo, lo que graba el personaje de Kendrick sobra, la actriz lo hace bien pero la escena no aporta nada—. Por suerte, la estupenda labor del reparto —Frank Grillo borda una escena en la que habla con unos novatos— y la tensión que se apodera de la pantalla cada vez que los protagonistas persiguen o apuntan a un sospechoso logran que uno se olvide de los momentos aburridos.

Al inspirado uso de la cámara en mano para las secuencias de acción hay que sumar el acierto de tomar prestado de los videojuegos ciertos planos subjetivos donde solo vemos el arma que empuña el personaje, como si el espectador fuera responsable de apretar el gatillo o pudiera ser sorprendido si baja la guardia —las calles parecen plagadas de genéricos matones latinos armados hasta los dientes—. ‘Sin tregua (End of Watch)’ corre el riesgo de ser interpretada como una apología de la policía pero creo que el objetivo es más sencillo y honesto, rendir homenaje a gente que pone en riesgo su vida por los demás y, de paso, ofrecer un subidón de adrenalina al público. El magnífico arranque, hallazgos terroríficos durante misiones de rutina, el crudo uso de la violencia o el espectacular tiroteo final elevan la película muy por encima de la media.

 

Autor: Juan Luis Caviaro (Blog de cine)

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