Tiene el film, que se mueve entre la vigilia y la pesadilla, y en el que todos los elementos terminan casando, aunque, ay, un tanto a las bravas (o con previsibilidad, que viene a ser lo mismo), un tono inquietante en buena parte de su desarrollo. Y también, poderosas actuaciones (como en el caso de Etura) y una enseñanza final de la que se puede discrepar, pero que nadie podrá impugnar como gratuita: siempre hay lugar para la corrección de lo que no funciona. Estéticamente muy cuidada, bien narrada y con aciertos de casting notable (véase Alfonso Bassave), la película confirma el talento de su director, a quien deseamos que no pase tantos años sin volver a rodar.
Autor: Mirito Torreiro (Fotogramas)
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